La toronja
Hoy, como ayer,
Comer toronja es mucho más que eso,
Más que una acto sencillo de arranca cáscara, separar gajos y llevarlos a la boca.
Va más allá de perfumar el ambiente con un embriagador aroma,
Mucho más allá de disfrutar de una jugosa, deliciosa y agridulce sensación.
Sí, por supuesto, hoy, comer toronja es mucho más que eso.
Es comer en cada gajo suyo un pedacito de recuerdo,
De cosas y tantas muchas otras cosas,
De personas, lugares, colores, aromas y otra vez, personas,
Igualmente delicioso.
Rememorar a razón de su circunferencia colorada
Un par de pequeñas y gruesas manos morenas,
De uñas cortas luchando contra su cascara.
Y hoy, aquí sentado a la mesa, a la mitad de mi toronja,
Reconozco que fue su perfume el que invocó los recuerdos,
Porque parece que vuelvo, o creo, o quiero escuchar otra vez tu voz
Diciendo, con todo y la impaciencia que tenías,
“cuídate de no manchar tu camisa”.
¿Qué si te extraño?
Por supuesto que sí, mucho, no sabes como ni cuanto.
Recuerdo el sabor de tu comida,
De la misma forma que el brillo de tu sonrisa.
Por eso, hoy, hoy como ayer,
Digo y vuelvo a decir: comer toronja es mucho más que eso.
Es recordarnos a ambos en mis recuerdos,
Debajo de la granada, cerca de la barda de ladrillos,
Descansando por la tarde en un viejo banco de madera,
Comiendo yo con mi abuela.
Por eso, hoy, como ayer, pero más hoy,
Comer toronja es mucho más que eso,
Es una forma deliciosa, dulce y cómplice
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