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Mostrando entradas de enero, 2012

UN CAFÉ

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¿Qué tienen estos cafés que nos convocan semana a semana y recrean una atmósfera pacífica que nos embelesan al punto de habitarlos con tanta familiaridad y soltura como para dejarles escuchar nuestros más íntimos secretos cuando los pensamos, escribimos y hablamos por medio de palabras, silencios o gestos? Todos ellos producen un discurso acogedor, cotidiano, familiar, es una catedral hedonista, un antro para refugiarse del devenir que es fuera de sus paredes. Esos cristales protectores que nos ponen a salvo de la rapiña, de la frustración del trabajo, del miedo al otro, del temor a no ser nadie, del hogar con sus problemas, del otro que espera por nosotros. Son una especie de sala continua que nos exenta de la responsabilidad de sostenerla, de limpiarla. Tal vez por eso su éxito. No en vano su multiplicación en épocas violentas. Su seguridad es simbólica, sus productos generadores de identidad, su servicio de Internet gratuito nos permite conectarnos con “los otros” y que están en

Un consejo que nadie pidió

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  Escribir es la consecuencia directa y tal vez hasta natural de la lectura. La una y la otra no podrían existir por separados, se necesitan.  Y lo peor, ocupan un espíritu inquieto (como el que empiezo a creer que posees) que los una. De fondo, lo que esto demuestra es la imagen de Dios en nosotros. Por lo tanto, con el poder de la palabra y la escritura interpreta el mundo, cántale, grítale con enfado, susúrrale, invoca al amor, despídelo con frialdad, describe, inventa, destruye, crea. Hay poesía, novela, cuento. Una metáfora pastando las verdes praderas de la imaginación, tómala presa, cómela, descubre la magia que encierra, aprende a usarla; contagia a otro, busca a los que son afines a ti, lloren juntos, rían, canten, dancen a la orilla del mar, en la punta de una montaña, en las banquetas de la ciudad, siéntense a comer, duerman, cuéntense sus historias, imagen juntos, dialoguen, discutan, enfréntense entre sí, ámense, ofrézcanse un abrazo y sobre todo sus palabras, que ser

Algunas veces ocurre así

Se me hace extraño que la primera publicación de este año tenga un tono melancólico (aunque no debería parecerme tan fuera de lo común, ya que ha sido una constante desde antes de abrirlo) propio de una despedida. Pero no una sin esperanza de retorno, de reencuentro. Pero pude dejar alguna nota por aquí o un video por allá para disfrazarme y no lo hice, estoy buscando ser honesto a mi mismo.En fin, no me lo puedo ocultar. Adiós. ¿Estoy triste? ¡No! Estoy más contento por ver a Dios actuar en la historia, en Su historia, de la cual inevitablemente tú y yo formamos parte, aunque la pregunta que sigue en el aire es la siguiente: ¿Nosotros formamos parte de una historia en común? Vaya inicio intenso de año. No puede ser mejor.