No entendí

Regresaba a casa cansado por una jornada más de de trabajo y buena compañía, el final del día fue estupendo, el tiempo copartido con las personas que me son indispensables me conforta, me alienta, me enseña y me da tiempo de conocerlos más, confirmar algunas cosas y descubrirlos en nuevos temas, en los cambios del lenguaje, en la maduración de las ideas en el fortalecimiento de algo que parece ser una amistad más allá del salón o el pasillo de la escuela.

Dejé a todos y cada uno de ellos a la puerta de su hogar, al menos seguros de la cotidianidad esta que llamamos inseguridad. Ahora me toca regresar sólo, unicamente acompañado del que no me deja, tengo tiempo para guardar silencio, pensar en el día que se va, en lo que he de hacer mañana o simplemente ver la ciudad donde vivo, intentar observar más allá de los reflejos y los cristales para contar los cambios que ocurren y los nuevos baches que surgen.

Hoy particularmente me quedé asombrado porque siendo, esta vez literalmente después de las diez y cuarto, vi una fila de alrededor de 40 personas. Yo he hecho filas, en las dependencias de gobierno, en los bancos, en el cine, en el mercado, en el servicio militar y en la preparatoria cuando mi hermana sacó ficha, y sólo en una de esas ocasiones, la última para ser preciso, me
quedé toda una noche esperando, durmiendo con las estrellas como manta y techo, conversando durante la helada noche con los vecinos de fila, compartiendo el café en la fresca madrugada y la esperanaza de encontrar un lugar que pueda ser bien aprovechado. Sin embargo, hoy fue duferente, y me dolió por eso. La fila a la que me refiero hoy la hacían en las instalaciones del Instituto Federal Electoral (IFE), ubicado en el boulevard Díaz Ordaz, en la delegación de la Mesa, en Tijuana, frente al Siglo XXI, a dos cuadras de la gasolinera La Jauja. Resulta que por estos días se vencé el plazo para renovar la credencial electoral, quien no lo haga no podrá participar de la fiesta democratica donde se renovará nuestro glorioso y siempre trabajador y efectivo Congreso de la Unión. Estas personas que pasarán la noche en la calle, sólos, presa de cualquier delincuente y sin protección de la policía, esperan que mañana puedan ser atendidos y contar con una nueva credencial para poder votar.

Sin embargo mis reflexiones se enredan con mi maquiavelismo, los medios de comunicación se afanarán en sacar la nota, mañana los diarios la tendrán en primera plana, tronaran contra el IFE y cinicamente alguno de ellos mencionará dicho tan ofensivo: "Como buenos mexicanos, todo hasta el último". Pero esto provoca pensar en más cosas, primero en las personas, ¿Cuál era el motivo verdadero para que pasaran la noche ahí? ¿Acaso es el deseo ardiente de una sociedad democrática que hace lo posible por participar y elegir a sus representantes que cobran cuantiosas sumas de dinero? ¿O es un sector de la población que necesita un documento con fotografía que le permita cumplir con un requisito que le pueda significar el acceso a una fuente de empleo en una sociedad burocratizada?¿Quiénes son los culpables? Lo único que alcanzo a intuir es que el divorcio de la clase política y la ciudadanía es abismal, una fotografía de estos ciudadanos tendría el poder de provocar un cargo de conciencia a los representantes de la Nación cuando faltan al trabajo o se aumentan el suelo, cuando estas personas lo verán disminuido por faltar el día de mañana al trabajo. Mi pregunta es la misma: ¿Qué los motivaba a estar ahí? ¿Qué beneficios piensan tener con obstener la credencial, acaso desean participar en las elecciones, y si sí, acaso piensan que su voto significa algo en un sistema político que da asco?

Cómo interpretar esto, a la luz de qué, con qué referente, podrá ser reducido a un significativo aumento en la participación ciudadana en las elecciones, podremos verlo como una señal de esperanza, cuando el obrero y la ama de casa decidan salir libremente a votar con la esperanza de inclinar la balanza o lo olvidaremos pasado mañana, cuando condenemos al olvido sus horas de frío.

Qué significa portar una credencial de identificación, es cobrar identidad ante el Estado, existir dentro de la sociedad, poseer un salvoconducto que te permita moverte en las redes sociales, participar activamente en los grupos sociales, alimentar la idea de democracia, soñar en cambiar el mundo, satisfacer una necesidad básica de la sociedad burocratiazada.

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