El camión de la gloria o una crónica de cómo sobrevivir en un viaje Guadalajara-Tijuana
Desde que lo ví supe que si nos subiamos algo sucedería en el camino, pero nunca pensé que fueran tantos los inconvenientes. Ahora todos nos reimos, pero entonces era el "Camión de la Gloria", si el Cristo sufrió de camino al Gólgota cargando una cruz, nosotros, en menor tono, es decir, en mucha menor medida, sufrimos el camino Guadalajara-Tijuana en un camión que a simple vista no prometía subir la Rumorosa.
Salimos de Guadalajara, después de VIVE09, nadie de los que nos fuimos de Tijuana en camión pensó que el regreso sería tan divertido.
La primera impresión fue contundente, era de madrugada, llegamos a la Central de Guadalajara, nos equivocamos, el camión saldría de una centralita algunas cuadras lejos de ahí. Cargando maleta y cajas de libros recorrimos el trayecto durante la madrugada, cargando el cansacio y unas ganas de partir. Cuando encontramos el lugar, el camión no estaba, esperamos pacientes, pero cuando arribó nos dio miedo. No nos gustó, estaba viejo y feo, el chofer con una tremenda fe en su medio de trabajo nos alentaba, no sé que cara nos vio. "Sí llega, no la vamos a pasar bien". Dijo y yo, como todos los demás me molesté por la ironía de aquel señor. De tener más dinero en el bolsillo hubiera pagado la diferencia en una línea que al menos se viera un poco más comoda, pero como mi presupuesto estaba en mi estomago y en los presentes de la maleta, "entregé mi vida en las manos del Eterno", porque sabía que eso sería nuestro fin....
Las cosas marcharon bien al principio, todos nos dormimos y no tuvimos oportunidad para quejarnos, pero al despertar, llegando a Nayarit el camión se ponchó, tuvimos que detenernos para reparar la refacción, el lugar era pequeño, un pueblo conocido para Berna y Sammy, hogar de su madre. Hacía un calor insoportable, considerando que odio el calor. Sin más que hacer cruzamos la calle de tierra y polvo para entrar al fresco de una casa-tiendita en donde compramos hielitos de coco que nos amenizaron el rato, algunos más, entre los que me incluyo, nos animamos a comer fruta. A 5 pesos el mango y el pepino, ofrecía la vendedora, yo pedí dos de cada uno, además, solicité que le agregaran camarones frescos, al ver la expresión en el rostro de esa buena señora que tal vez me juzgó loco, supe que yo era el primer turista desvariado y afectado por el calor que le pedía que le agregara camarones a la fruta. Total, después de todo me gustan los camarones y en aquella ocasión acompañados de pepino y mango en el calor de la carretera fue de lo mejor que he hecho.
Continuamos nuestro camino, la televisión del camión alguna vez se vio bien y nos hizo olvidar nuestra pena, nuestro dolor de espalda....
Cuando llegamos a San Luis Río Colorado, en Sonora, adoramos a Dios por saber que teniamos posibilidades de llegar, algunos casi apostabamos para saber en donde el camión nos iba a dejar....
Entramos a Mexicali y nos sentiamos en casa, cantamos, jugamos en el pasillo, sentiamos aquel camión feo nuesstro, nadie nos podía callar, nos reiamos de los recuerdos, de los chistes malos, de las fotos, de los juegos, de las fotografías tomadas a escondidas de los que se dormian en el camión y hacían gestos raros mientras lo hacían.
En el último retén militar, antes de subir la Rumorosa el militar nos dejo pasar, le dijimos que eramos cristianos y enseguida se identifico también como tal, "se que no llevan nada, se pueden ir".... nos ahorró un par de horas... que bueno...
Entonces, cuando tomamos el camino por la Rumorosa, nosotros cantabamos y bailabamos en el pasillo "La vid verdadera, la vid verdadera, la vid verdadera es Jesús", algo en el motor estaba ocurriendo y no nos dimos cuanta sino hasta el final... al salir de la caseta el camión se apagó... nos orillamos y nos dimos cuenta del asombroso descubrimiento... ahora sí el camión nos había fallado!!!! Comezó a tirar agua..... porqué..... a tan sólo tres horas de casa se había rendido....
Nos bajamos a ver, a recuperar el agua de todas las botellas de los pasajeros, solicitamos agua, algunos donaron sus botellas con babas, otros se durmieron y comenzaron a pensar la forma de llegar.... "No se asusten, este es como el caballo blanco de José Alfredo, va a llegar a Tijuana", dijo el chofer contento...
Por gracia la falla se pudo reparar, alcanzamos a bajar a Tecate, a dejar a nuestros hermanos, media hora después veía entre cerros a Tijuana, nos daba la bienvenida como siempre, esperandonos a contar sus anecdotas en nuestro tiempo de ausencia.
Ahora los camiones tienen algo especial, te hacen "llegar", te preparan para ir y para regresar, te subes y sabes que naturalmente tardarás en llegar, te preparas para el cambio de tiempo, de comida, de clima , de gente y lenguaje.... tal vez el avión no logré suplir esa cualidad....
Hola Abdiel, gracias por pasarte a dar una vueltecita.
ResponderEliminarOye, ¿a poco es más de un Filio?
Besos,
Sam
Dios te bendiga, Abdiel. Estuvo de pelos tu viaje, me dio mucho gusto leer tu cronica de los sucesos. En cuanto al ultimo comentario que hiciste, dejame te digo que sobre el aire tambien se viven aventuras...
ResponderEliminarSobres, pues pasatela tranquilamente en estos ultimos dias del semestre y que todo salga bien, nos vemos luego!
que interesante despues de casi 2 meses volver a revivir emociones pasadas. Pero te faltan videos, que paso con los videos?, dijeron que los iban a compartir.
ResponderEliminarBendiciones Bro!!!
Siento decirlo . . . TQ1C