A Tijuana

En tus calles cantan,

con voz de ráfaga y metralla,

los rumores de almas angustiadas

y a punto de la desesperación,

acuden todas ellas incluso a Dios,

que con suspiros de silencios a media voz

se procuran consuelo o resignación,

aguardando celosas en su pecho

esperanza, futuro y amor.


En tus calles faltan los pasos de los caídos,

Las aceras cual trincheras,

impregnada de olores fétidos,

inertes, mudas, a la muerte ven pasar.


Pareciera que los niños perdieron las calles,

y el anciano su lugar bajo la sombra del árbol,

ambos permanecen con miedo encerrados,

mientras camionetas escupiendo muerte estremecen las paredes.


No calles mujer tus lágrimas,

No finjas trabajador tus fuerzas,

¡No salgas sola de noche doncella!

No intentes jugar al valiente doncel.

Hay cosas que no se comparan con la vida,

¡Luchen por ella como lo hacen día con día!


Tus calles repletas de sonrisas plastificadas,

¿Verdad que aborreces como yo todos los colores?

Las falsas esperanzas que se venden de manera barata

Al lado de los puestos de piratería en los mercados sobreruedas.

Sobre lo que el político pone sus manos,

y donde sus pasos dirige,

se muestran las devaluaciones de los compromisos

y cantan a coro desde las elites:

¡Bienvenido el dinero y el poder!

Adiós responsabilidad cívica.


Pero ambos sabemos

que con armas y soldados

no se sostiene ni el progreso ni el valor,

¿Cómo enmendar los errores del ayer?


Llueve una lluvia como de muerte,

Con gotas de metal caliente,

Y ante ella no hay sombrilla

Que pueda preservar la vida.

Llueve lluvia como de muerte,

Con relámpagos de explosiones,

Llueve temprano y de noche una lluvia como de muerte.

Hay demonios por las calles cegados, sedientos de muerte,

Hay hombres sintiéndose dioses,

Tomando la vida, como devorando corazones,

Su estomago no se llena,

Sus entrañas gritan pidiendo más.

Hay hombres sin corazones arrancando la vida,

Sin ley ni Dios, sin alma sin sonrisa.


Hay abusos a la justicia,

Hay secuestros a la justicia,

Hay denuncias contra la justicia,

Hay vituperios contra la justicia,

Hay un culto sin adeptos,

Hay una justicia que ahora es mentira.


Donde el malvado parece florecer como girasol en primavera,

grande, alto, hermoso,

procurándose los favores del sol,

los justos y los inocentes permanecen en el suelo,

como dientes de león,

el viento les arrebata todo, su vida, sus sueños.


Porqué el malvado,

que tiene sucias las manos,

con la sangre del inocente,

come tres veces al día y dice: “Satisfecho”.

Cuando el niño recoge pelotas entre los carros,

La mujer con frío ofrece por las noches su cuerpo

Y los ancianos mueren enfermos en su lecho.


Pero a pesar de todo esto y más

yo sé que Tú eres justo.

Enmendemos ahora nuestras acciones,

Y acerquémonos al fuego,

Hagámonos conocidos

Y él se volverá amigo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Navidad y los universitarios cristianos

¿Por qué soy cristiano? De John Stott

Sobre testimonios, testirollos y tristemonios