Obsequio

Para Keyla

Señorita sonrisa de medianoche

A poco tiempo de encontrarnos, me encuentro imposibilitado para invocar el recuerdo, me frusto, esfuerzo, me regaño por mi desmemoria, me enfado, me pregunto por ti: Quién eres tú que llegas sin avisar a mi vida, a dónde te fui a buscar, dónde nos encontramos, cuál fue el inicio de nuestra conversación siempre inconclusa. Llegaste como olor de flores frescas de primavera, prometedor de bellas visiones, de tiempos mejores. Te veo en tus palabras, con las cuales intento pintar tu rostro, porque cuando ríes, y esto quiero que lo sepas desde hoy, cae sobre la imaginación mía la tinta anhelada, y ese primer boceto trazado de noche comienza a llenarse de color y vida. ¡Sígue hablando, sígue riendo, que así vienen a mí los colores! Ahora soy por ti artista sumido en la desesperación por ver concluida su obra maestra. Pero hacen falta pinceles, lienzos, colores.

Sin buscarlo estás delante de mí, ¿Acaso logras entender la magnitud de mi sorpresa? Eres mina de oro descubierta en manos del que siembra, que en su diaria jornada cava ondo para depositar la prometedora semilla. Eres visión ante los ojos del incredulo, te paseas por doquier con mi vista puesta en ti, y sin saber tu nombre ni tu camino, me aventure a idearte uno, esperando que lo recibas con agrado: señorita sonrisa de medianoche, y lo hice porque necesitaba nombrarte de alguna manera, hacerte conocida y cercana, saber que eres como yo para no caer ante tus pies rendido y entregado con ofrenda de mil flores en las manos.

Muchacha de muchos sueños, ¿Por qué estás en tus citas puntuales, de qué parte de tu interior brotan palabras gratas, dónde yace la fuente de tus lágrimas tiernas para posarme sobre ella, vaciarla con desesperación y llenarla a prisa con sonrisas eternas? Díme tú, tú que sabes, yo lo intuyo, lo presiento, lo invento, respóndeme tú que arrojas luces de colores sobre mis caminos ¿Qué he hecho yo para encontrarte? A dónde tengo que agradecer a Dios por sus bondades o para preguntarle el precio que he de pagarle.

Las dudas me invaden al pensarte, en lugar de certezas tu caminar me arroja interrogantes, ¿Cuál es el sabor de tu helado? ¿Cómo haces para no enojarte? ¿Quién comparte tu camino por las tardes? ¿Cuál es el sabor de los besos de tus labios? ¿Cómo es el mundo que vez? ¿Qué cosas te provocan llanto? ¿Sobre cuál hombro posas tu cabeza cuando estás triste? ¿Hay alguna mano que toma la tuya o tengo oportunidad de pensar que puede ser la mía? ¿De qué color son tus ideas? ¿Cuáles son las cosas que te preocupan?, ¿A qué sueñas cuando duermes? ¿Cómo le hago para recobrar tu recuerdo? ¿Puedo esforzarme para conquistar tu corazón? y ¿A qué suena el timbre ausente de tu voz?

Sin buscarlo estás delante de mí, ¿Acaso logras entender la magnitud de mi sorpresa? Muchacha de muchos sueños, ¿Por qué estás en tus citas puntuales? Mujer segura de sí, joven hermosa, niña tierna, flor de bellos colores, delicada, sencilla, amada. ¿Dónde podré encontrar tu camino desde esta distancia? ¿Cómo sabré la reacción de mis versos en tu cara, gustarán mis palabras a tu alma, coseché sonrisas en tu faz? O te serán tiempo perdido, tan sólo papel y letras, sin sabor, sin color, sin sentido, llenas de nada: vacías. Esta alma mía no me deja en paz, se preocupa, se desvive, se anima. Me descubro en mis texto ante quien no veo, porque son espejo, en cada uno de ellos alguna parte de mí se guarda, permanece, se regala, y en la medida que los hagas tuyos, los recibas, los escuches, los leas, me dejarás estar cerca y permitirás que te acompañe...

Hoy como ayer, como siempre, sufró el mismo dolor de no saber cómo terminar estas palabras, no te molestes, ¡Sufró, lo intento! Pero en algún momento ese don no se posó sobre mi cuello, por eso determino la gran mayoría de las veces regresar, sellar mis palabras como un círculo perfecto, rehablando mis palabras: “Muchacha de muchos sueños, sin buscarlo estás delante de mí, ¿Acaso logras entender la magnitud de mi sorpresa? Ahora soy por ti artista sumido en la desesperación por ver concluida su obra maestra. Pero hacen falta pinceles, lienzos, colores...”.

Abdiel Espinoza González

Tijuana, Baja California, 15 de septiembre de 2009

Comentarios

  1. QUE GENIAL!!!

    HOLA! PA LOS Q NO SABEN QUIEN SOY.. PS.. SOY LA SUSODICHA MENCIONADA AQUI MERO JAJAJA..

    GRACIAS NIÑO POETA.. TE QUIERO MUCHOO..!!! BENDICIONESSS!!!

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