Prefiero la democracia imperfecta, aquella que la participación ciudadana avanza dos pasos y las vicisitudes humanas hacen retroceder otras tres; sí, la prefiero en lugar de la teocracia de las élites, esa oligarquía espiritual manipuladora que opera bajo legitimaciones divinas, teologías torcidas a conveniencia y los acuerdos bajo la mesa. Llámenme ingenuo pero no creo a los políticos en tiempos de campaña, por más Biblias que acojan bajo el brazo y disposición a recibir oraciones. En momentos como estos, a la iglesia evangélica mexicana nos convendría: (1) recordarnos que vivimos una frágil república democratica de la cual todos somos responsables, no únicamente mediante el ejercicio del voto sino también en la rendición de cuentas y exigencia de que el estado garantice la paz, justicia y bienestar de todos. (2) espantarnos del imaginario político la teocracia y recordar las lecciones de la escuelita bíblica dominical. Dios es Señor de la historia. Los políticos no...
yeahhh!!!!
ResponderEliminarso cute...!!!!
es una de mis canciones favoritasss...
dtbmmmmmm