Siempre, claro que sí, ¡Siempre!

No hay ocasión en la cual después de leer los textos de mis herman@s y amig@s mi ser no se conmueva, sus palabras siempre me llenan de aliento y esperanza, tal vez porque compartimos los mismos anhelos, las mismas ansias de justicia y la misma fe; ellos y sus huellas-letras son un bello regalo de Dios para andar el camino. Aquí los veo, caminando firme, otras veces rastros de algunas de sus caídas, de momento la nieve pareciera cubrirlas, pero resurgen más adelante, otras veces no están, porque alguien los lleva cargando, algunas más veo sus huellas profundas en dura tierra y es porque me van cargando...
Sepan todos que los leo (Areli, Yicel, Ale, Ada, Samy, Meli) y yo también sé que ustedes pasan de vez en vez por aquí...
Sigamos hablando y dejando huella de esto que lloramos, guardamos silencio, nos incomoda, nos alienta y nos anima. Que la pluma puede más que mil bombas.

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