No la veo

Aquí estoy hermano, a mí también me duele, no te preocupes por eso, entre ambos podremos encontrar la forma de resolverlo, lo mejor es que todavía nos tenemos el uno al otro y Dios nos perdonó. Necesito tu ayuda, no puedo caminar solo... no te fijes por eso, no importa... yo no tengo con eso problema, te puedo ayudar de esa forma y andar juntos tras los pasos del Maestro... disculpa si no puedo ser lo que esperabas, yo mismo me he defraudado hasta el cansancio, pero mejor confiemos en Jesús que nos levanta y otorga de su gracia... ¿A qué te refieres? No entiendo de qué hablas... ¿Por qué te fijas en eso que no veo?... ¡Sí juntos podemos, nos nos vencerán!... Yo también lo siento, a me duele más, se nota que no soy perfecto y necesito más trato en mi vida del Maestro... ¿Cómo podría yo hacerlo?... No hermano, no. Deja ya de pensar eso, te he dicho mil veces que no puedo, es que no la veo... ¿De qué paja estás hablando? No la veo... lo siento, disculpa, no puedo ayudarte a sacarla, no la veo, me estorba esta viga que voy cargando.... perdoname pero es que no la veo, mejor vamos a pedir ayuda al Maestro.


“¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tienes en el tuyo? 42 Y si no te das cuenta del tronco que tienes en tu propio ojo, ¿cómo te atreves a decir a tu hermano: 'Hermano, déjame sacarte la astilla que tienes en el ojo'? ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien para sacar la astilla que tiene tu hermano en el suyo.” (Lucas 7:41-42)


Comentarios

  1. Qué sutil puede ser confundirnos y querer ayudar al otro -de buena o mala voluntad-, y no aceptar nuestras propias luchas...

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