EL AMOR Y LA SEXUALIDAD EN LA BIBLIA 2



Continua la parte II. 
Capítulo II
Los relatos de la creación (Gn 1 – 3)

Las lecciones que se aprenden de ambos relatos de la Creación son:
“Del primer relato (de los siete días) aprendemos que el hombre y la mujer han sido creados a imagen y semejanza de Dios: son (ambos) el punto culminante de la Creación.
Del segundo relato, la mujer, presentada como una ayuda indispensable para el hombre, suscita la maravilla de Adán.”

Hombre y mujer los creó


En el séptimo día de la Creación, Dios toma la decisión de crear al hombre. “Esta decisión está seguida por una triple: “Dios creó”: “Y creó Dios al hombre (ha´adam) a su imagen; a imagen de Dios los creó; varón (zakar)  y mujer (nequebah) los creó”.

Lección, el hombre no es Dios, pero de toda la Creación, es el único llamado a tener una relación particular con Él. Es en la diferencia masculino-femenino donde está inscrita la imagen de Dios, misma diferencia que es receptora de las palabras del Creador de ser bendecidos y llamados a multiplicarse. 

El asombro de Adán. 


Este apartado se refiere al segundo relato de la Creación que encontramos en Génesis y que es más antiguo que el primero. En este pasaje señala el autor que aparece por primera vez en la Biblia la expresión “no es bueno”, y ésta se refiere a la soledad que Adán experimenta en el jardín del Edén que Dios hizo para él. A continuación, Dios hace a la mujer. Generalmente este pasaje es interpretado como sustento para relegar a la mujer a un segundo plano y subordinarla al hombre, sin embargo, el autor propone otra lectura. “…lejos de estar confinada a un papel subalterno, la mujer es presentada como poseedora de un vocación salvífica. ¿De qué va a salvar al hombre? Del encierro en un estéril y mortal cara a cara con él mismo. De la mujer, el texto hebreo dice que será `ezer kenegdo, es decir, una “ayuda a favor o en contra”. La expresión puede sorprender. Es signo de que el ser humano no es en verdad él mismo más que cara a cara con otro distinto de él, en una relación de reciprocidad en la que la ayuda puede tomar la forma de resistencia”. En este apartado el autor retoma el comentario de France Quéré.
Invitada a no ser ni sirvienta ni enemiga del hombre, la mujer será la otra vía del pensamiento, la que añade, sugiera, corrige, recusa, inquieta, prohíbe al ser solitario fijarse en sus certezas precipitadas o deslizarse en su delirio sin resistencia. Para pensar bien, hace falta esta polifonía. La razón de otro que sabe decir sí o no, y que delibera entre el sí y el no. `Ezer kenegdo. Dios lo dijo bien: la humanidad ha empezado siendo dos.
La mujer fue “sacada”, o siendo fiel al texto hebreo “construida” con la sustancia del cuerpo del hombre. Pero fue edificada fuera de él.” Es decir, constituyen dos actos creadores de Dios en los que manifiesta la diferencia pero que ambos constituyen la imagen de Dios. 

El reino del deseo y la dominación


El relato del Génesis incluye también el fin de esta relación perfecta. El rechazo doble, “de ser creado y estar fundado en otro diferente a uno mismo”. Por lo tanto, la sexualidad, lugar de encuentro de la diferencia y reciprocidad, se convierte en el espacio del deseo y la dominación del otro.

Elogio de la diferencia


La diferencia entre hombre y mujer es un beneficio, “hombre y mujer creados uno para el otro, y engendrados uno por el otro” puesto que la mujer –que el texto llama “formada” a partir del hombre- es también aquella de quien el hombre nace. Imágenes y resemblanzas de Dios, el hombre y al mujer se reconocen de este modo en su origen común, que los une al creador de quien viene su identidad y su unidad. Porque su unidad es un don y al mismo tiempo es una conquista. De esta comunión, la Biblia no deja de revelar su dimensión espiritual. La relación hombre-mujer se convierte entonces en signo del ser mismo de Dios, quien no es soledad sino diálogo en el misterio de su ser trinitario.”

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Por qué soy cristiano? De John Stott

Prefiero la democracia imperfecta a una teocracia imperfecta

Dios con nosotros