PREGUNTAS PARA EL CAMINO I



Los aficionados al futbol soccer se muestran reverentes y fieles seguidores de un equipo en particular en los momentos de mayor alegría así como en las derrotas más penosas. Para ellos el equipo no es ajeno, conocen a los jugadores y les llaman por sus nombres.  De muchas y diversas maneras procuran identificarse con ellos portando las mismas camisas con los colores y números de sus favoritos. Sus esfuerzos no rayan en la locura porque la pasión es compartida, hay otros en el mundo con los mismos gustos e intereses dispuestos a acompañar en las prácticas, públicas o privadas, destinadas a anunciar a otros las buenas noticias de la efectividad deportiva de su equipo. 

Agitan sus banderas extasiados al grado de la locura, entonan con solemnidad de himno los cantos del equipo cuando se celebra la victoria y permanecen en el silencio sepulcral más sobrio en la derrota avivando la esperanza de la resurrección del próximo encuentro. La religiosidad demostrada provocaría la envidia la de cualquier iglesia promedio en la actualidad. 

En estos tiempos de múltiples credos que me demandan o exigen mi atención, fuerza, concentración, recursos, vida, tiempo, devoción, obediencia y lealtad, a cambio de seguridad, compañerismo, afecto y sentido a mi existencia la alternativa de Jesús de Nazaret resulta incomprendida, o desconocida, en el peor de los casos. Hay tan poco atractivo en la figura de un hombre que se entrega al martirio y que demanda obediencia con mucho mayor radicalidad que los ídolos de la actualidad. A tal grado llegan a ser sus pretensiones de verdad y suficiencia que se vuelve incomprensible, transgresora e intolerante. Delante de nosotros se presenta la ausencia de un hombre cuya vida, obras, palabras, enseñanzas y explicaciones se encuentran en un texto antiguo escrito por testigos presenciales  y personas familiarizadas con los testigos de este autor que nos invita a depositar nuestra fe en él. Las pretensiones de este individuo parecen pueriles: su eternidad implícita, su poder sobre las enfermedades, los demonios, la naturaleza y la muerte, su estatus de Creador, verdad y vida, su validez universal, su exclusividad en la salvación y suficiencia para las preguntas y necesidades más profundas del corazón del ser humano; su rechazo al uso de la fuerza, la manipulación, la búsqueda del poder y del dinero; su amor sacrificial por los otros antes que por uno mismo. En resumen, se nos solicita a mujeres y hombres de estos tiempos a inconformarnos con este mundo al grado de convertirnos en enemigos de estas sociedades opresoras y deshumanizantes, para dedicar la vida a seguir el camino del Carpintero que inaugura su ministerio público y que termina en la tumba vacía con las siguientes palabras:





 “Se ha cumplido el tiempo. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!”.

Con estas palabras, Jesús atiende a la urgencia del cumplimiento de lo esperado desde hace tiempo, "Se ha cumplido el tiempo", se niega a ubicar su mensaje como una moda más del mercado religioso, la autenticidad del mensaje radica en el cumplimiento de una promesa pasada y no como una idea nueva. Invita a pensar desde otra realidad, "el Reino de Dios está cerca", no es una utopìa vacìa o una construcción ideológica anhelada, sino una forma distinta de ser y estar en el mundo. A tal grado que la realidad del Reino deberá ser la cosmovisión desde donde este Carpintero hablará y pedirá que sus seguidores vivan. Ante esta realidad cósmica Jesús solicita a sus oidores que se arrepientan de la forma de vivir y disponerse a  asumir las consecuencias de una vida dinstinta "Arrepiténtanse...". Sin embargo no se queda ahí, pide a los arrepentidos comprometerse a vivir creyendo en el día a día esta realidad "crean las buenas noticias".  A los hombres y mujeres que se arrepintieron y creyeron, después de esta inauguración inicia el camino, la constante invitación “sígueme”.

Tal parece que Jesús se mueve, es una invitación a una relación dinámica que no se amolda a las formas del mundo y mantiene un horizonte constante a donde esperar llegar. 

¿Cuáles son las prácticas por medio de las cuales me idéntico con un seguidor de un determinado equipo de futbol? Asistir al estadio o seguir al equipo en el mundo, portar la camiseta los días de partido,  suscribirme a la revista, comprar la pluma o la calcomanía para el auto con el escudo del equipo, para algunos significa entonar determinada melodía o participar de un canto o insulto comunal, lo cierto es que todas deben demostrar ante los otros mi convicción personal y compartida. 

¿Cuáles son las prácticas o señales que demuestran mi seguimiento de Jesús? Yo supongo, pues así lo escribió Santiago en una carta a las comunidades de seguidores del siglo I, que estas evidencias de la fe en Jesús el Mesías son necesariamente expresadas en obras y abrió la posibilidad a la duda que nos salva de la comodidad de acomodarse al status quo, pues “no podemos decir que tenemos fe sin obras”. Sin embargo, de qué forma estás obras, fruto de la fe tienen otro significado y no son las mismas que las demás. Probablemente somos los más fáciles de confundir con otros piadosos altruistas, la respuesta a qué somos y cómo hacemos deberá orientar nuestra vida. 

La pauta está en la vida de Jesús que leemos en las Escrituras.

Una pregunta en el aire

El Señor nos invita a examinar la vida a la luz de la Palabra y responder con la vida al Señor de la vida. 

Ayudamos Señor. 




Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes. En todas mis oraciones por todos ustedes, siempre oro con alegría, porque han participado en el *evangelio desde el primer día hasta ahora. Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.”
Filipenses 1:6

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