Leer
A finales de los noventa llego a
casa un cassette sobre los mensajes subliminales en las canciones “del mundo”,
término acuñado por los hermanos de una iglesia pentecostal para referirse a la
música “secular” o simplemente que no cantan personas cristianas y no habla de
Jesús. El punto es que la cinta en cuestión explicaba que las canciones
contienen mensajes satánicos ocultos que solo pueden escucharse cuando se les
toca “al revés”.
En la larga lista de artistas que exponía el narrador, y de
quienes nos dejaban escuchar algunos mensajes ocultos, desfilaban cantantes
cuyos nombres no recuerdo ni siquiera la mitad. El temor se apoderaba de mí al
saber que una ingenua tonada, unas trompetas de fondo entonaban alabanzas al
demonio, a ese ser malvado que tantas veces había escuchado a mi abuela Karla
reprender. En fin, un puberto de doce o trece años nunca se preguntó el cómo
descubrieron esa maliciosa práctica ni mucho menos con qué sofisticado aparato
electrónico de última tecnología a finales del siglo XX hacían reproducir las
canciones “al revés”. En cambio comencé yo también a hacer grandes
descubrimientos referentes a exponer las astucias diabólicas en los anuncios de
la leche, los comerciales de la TV y las caricaturas. De alguna forma creía que
todo poseía algo malicioso, por supuesto, menos las canciones que me agradaban
y que vergonzosamente eran “del mundo”. Sucedió una tarde, cuando Laura Pausini
pegaba con todo en la radio con “Entre tú y mil mares”, que satisfecho de los
resultados de mis investigaciones le compartí a mi hermanita, a quien instruía
en la precaución de cuidar nuestros castos oídos cristianos, mi interpretación
de dicha canción y de cómo yo, en mi genialidad e inteligencia, deducía que la
letra era una afrenta directa ante la gloriosa segunda venida de nuestro Señor
Jesucristo. Expuse mi caso, recite algunos versos ante los ojos atentos de mi
hermana que me veía más con lástima que sorpresa, y después de hacer miS
lúcidas conclusiones me dijo: “No creo que diga eso, como que está hablando de
un muchacho ¿No crees?” Me di pena ese mismo instante, veía más de lo que
realmente había, o, por decir en términos correctos, escuchaba más de lo que
realmente se decía.
No puedo olvidar este incidente,
puesto que pueden suceder interpretaciones distorsionadas de la Biblia que son
genuinamente equivocadas. Mi experiencia con la lectura de la Biblia se remonta
a mi infancia, a la lectura de mis padres, la hermana Petra, las oraciones de
la abuela, las clases de escuela dominical, las reuniones en casa del tío
abuelo, las exposiciones en la iglesia que asistí cuando eran adolescente y el
ministerio estudiantil a donde el Señor me entregó cuando ingresé a la
Universidad.
Definitivamente he aprendido que
para entender lo que está escrito en la Biblia se necesita leer sin prejuicios
y con responsabilidad, por respeto a la distancia temporal y cultural que nos
separa de los autores y lectores. Sólo así creo que su lectura es Palabra de
Dios.
La historia del cristianismo está
manchada de oscuras etapas donde los “seguidores de Jesús” han justificado
determinadas acciones, no precisamente fieles a las enseñanzas del Nazareno,
con la Biblia. Regularmente escucho, aunque cada vez con más humildad y
menos soberbia intelectual, sermones completos o versículos descontextualizados
en las predicaciones de los domingos. Algunas personas que enseñan la Palabra
bien les haría tener una hermanita como a mía que con sencillez les diga: “No
creo que diga eso, ¿No crees?”
Me emociona leer la Biblia, en
ella leo acerca de Dios, de cómo hombres y mujeres a lo largo del tiempo han
tenido una experiencia con el Dios del Pacto y como sus vidas fueron
transformadas a raíz de eso. Además, le fascinan las historias de Jesús, la
Palabra de Dios.
Cuando me enseñaron a estudiar la
Biblia fue grandioso, reamente entendía lo que decían esas palabras, y no sólo
eso, me desafiaban (como lo siguen haciendo) a responder personalmente al Dios
que las inspiró. Creo que la Reforma de Lutero nos regresó a la “Sola
Escritura” y debemos dedicarnos a ella con esmero y responsabilidad. La deuda
es enorme. El trabajo pendiente todavía mucho. Pero toda la Escritura, como
dijo Pablo, es inspirada por Dios y útil. Además, contiene las Palabras de Dios
que sigue hablando al mundo.
Agradezco a Dios por permitirme
formar parte de una comunidad que aprende de la Palabra, que me enseña la
Palabra y que me invita a que la comparta y la enseñe a otros para obedecerla
juntos y responder, también juntos, en comunidad, al Dios comunidad que ha
hablado.
Gracias por compartir esto, Abdiel.
ResponderEliminarAbrazos!