En el principio el Espíritu de Dios se movía en la historia
La semana pasada leímos Génesis completo y la riqueza del ejercicio es
asombrosa, hay una historia que Dios está armando donde participan personajes
comunes y corrientes por invitación divina y confianza. Hay algo asombroso de
todo esto, Dios permanece cercano a los seres humanos. A lo largo del libro se
describe esta presencia por medio de muchas acciones:
- · en el principio el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas
- · el Señor estaba paseando por el jardín (Edén)
- · El Señor bajó a ver la ciudad (Babilonia)
- · Y halló el ángel del Señor a Agar
- · Se sienta a recibir la hospitalidad de Abraham en el encinar de Mamre
- · Dios escuchó el llanto de Ismael
- · El Señor estaba con José en Egipto
La historia de los seres humanos parece una tragedia desde Edén hasta
Babilonia, una caída sin fin, desde el día que Caín asesinó a su hermano hasta
la organización de la sociedad opuesta a Dios. Pero algo sucede inmediatamente
después, algo comienza a nacer bajo otros signos.
Si el libro inició repitiendo: “Y
vio Dios que era bueno”, concluye, en medio de las dificultades de José: “Pero
el Señor estaba con José”.
Es interesante, después de la desobediencia en Edén y el fracaso del proyecto
de sociedad (Babilonia) no hay un indicio de interés por parte de los seres
humanos por tratar de resarcir el daño o ni siquiera un recuerdo o historia que
se transmita de generación en generación rememorando los sucesos que los
empujen a una búsqueda por salvación, nada. Es Dios, el ofendido, quien sigue paseándose
entre las historias de personas comunes y toma la iniciativa de un proyecto a
largo plazo donde posteriormente él mismo consumaría.
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