¿Cómo pastorear y ser comunidades de discípulos en tiempos de la modernidad liquida?

Hola, soy obrero de COMPA. 

Tengo veinte ocho años, desde hace cuatro acompaño adolescentes por la mañana como profesor en el Colegio donde trabajo, por las tardes a universitarios como obrero de COMPA. La experiencia del obrero cambia conforme pasan los años. Yo no busqué estar aquí pero siempre es la iniciativa de Otro el que nos llama e invita a seguirle aquí. El primer año de obrero poco o nada sabía de la tarea a la que se me llamó. Soy de esa generación que no contó con el beneficio de la preparación previa de hoy en día en algunos espacios del ministerio. Ese no es problema, Jesús llama para acompañarle y quien se dispone a seguirlo encontrará, en la intimidad de esa relación, la luz necesaria para cumplir el llamado recibido. 
Detalle de la escultura "El pensador" de Auguste Rodin

Después del segundo año las cosas cambian, tienes una idea más clara de la labor, a eso contribuye la comunicación con otr@s, el pastoreo y la capacitación (ahora sí). Esto afirma el trabajo e inicia una etapa distinta, más clara y hasta cómoda. Te sientes efectivo (en el sentido de cometer menos errores), más útil. Hasta claro, el cuarto o quinto año, donde el contexto cambia, el cambio generacional nos alcanza y los estudiantes con quienes compartimos los grupos, campas, las comidas y el café, se gradúan. Entonces nos encontramos en la crisis generacional. Tu trabajo se modifica y de nuevo, inicias nuevas relaciones con otros estudiantes ¡y sorpresa! Los años han hecho estragos en nosotros, nos volvemos más “viejos” y comenzamos a establecer amistad con personas más jóvenes. Para sorpresa nuestra se abre una brecha generacional que ya no es sencillo sortear. 

Los tiempos van cambiando y cada generación crece con ellos, los adolescentes y jóvenes son los que con mayor facilidad se adaptan, somos nosotros, las personas que por alguna razón (ustedes pueden llamarlo como gusten: llamado, vocación, ministerio, desempleo, etcétera) nos tocó acompañarles, quienes debemos hacer esfuerzos por conocerles mejor en su complejidad y contexto. Esta es una tarea que se nos impone sin negociación si queremos realmente conocerles, solo así, podremos realmente escuchar lo que ellos dicen y hablarles de la forma en la que puedan escucharnos. No somos portadores de la verdad ni medida para los otros. Nuestra vida siempre está (o debería estar) delante de sus ojos para que nos conozcan en nuestros gustos, errores, aciertos, flaquezas, alegrías, debilidades, fortalezas y motivaciones. Así nos conocemos mejor a nosotros mismos y modelamos una vida integra en medio de lo agitado de los tiempos. Es decir, no imponemos inconscientemente nada, nos relacionamos como personas que aman, sirven y saben pedir y dar perdón. Si nuestra vida no muestra el carácter de Jesús nuestra pastoral no existe. Todo está vacío. Todo es un sin sentido, somos un grupo más, una secta de iluminados, fanáticos o un club social. 
Detalle de la pintura "La persistencia de la memoria", de Salvador Dalí
¿Cómo pastorear en la modernidad liquida? En un mundo donde todos huyen del compromiso cómo se pueden establecer relaciones significativas y profundas de personas que siguen a Jesús. Bajo esta pregunta deseo estar escribiendo periódicamente para exponer lo que voy aprendiendo en las lecturas y conversaciones con otr@s. Ninguna de las opiniones deberán tomarse como Ley o Verdad sino como testimonio de mi experiencia. Si te interesa acompañarme en este aprendizaje a mí me gustará entablar un diálogo que nos enriquezca.

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