EL TRABAJO SE HIZO PARA EL HOMBRE NO EL HOMBRE PARA EL TRABAJO

Workaholic: a person who works compulsively at the expense of other pursuits.

No es gracioso que en una sociedad inmersa en el individualismo competitivo, el paradigma del resultado y la obligatoriedad del éxito, haya una palabra para definir el comportamiento de una persona compulsiva por el trabajo. Conozco a un par de “patrones” que desearían sin dudar que todos sus empleados fueran workaholic, es decir,  personas compulsivas por el trabajo, algo así como adictos.

Desmintiendo clichés

Sin embargo esto no debería preocuparnos a los mexicanos, ya que uno de los múltiples clichés sobre nosotros es precisamente el ser flojos. No recuerdan esa imagen del hombre con sombrero y zarape, sentado en el suelo, recargado en un cactus como si durmiera. ¿O el flojo ratoncito “El lento Rodríguez”, primo de Speedy González? Sin embargo, información de la OCDE posicionan a México como el número uno (seguido de Corea del Sur) en horas trabajadas por año, en promedio un trabajador mexicano labora aproximadamente 2,250 anualmente.

Nuestras experiencias con el “trabajo” 

Pareciera que todo gira entorno al trabajo. Una ocasión hace unos años me sorprendí a mi mismo al escucharme, por alguna razón inicié una conversación con otra persona (no recuerdo donde) e inmediatamente después de decir mi nombre y sin ninguna necesidad en ese momento, mencioné que era profesor. Me dí cuenta que había algo dentro de mí con la necesidad de hacerlo notar y que no estaba bien. Pero es real, muchos de los jóvenes que entran en la universidad tienen como meta de vida "ser alguien" (respuesta bastante graciosa) o lo que eso significa: tener un buen empleo para ganar suficiente dinero y llevar una vida buena. Una completa mercantilización de la educación y la universidad. Esta respuesta no es distinta a veces entre los universitarios cristianos, al inicio yo también la dí. Recuerdo las respuestas que me dio un grupo de casi graduados de siete países diferentes, en el ENFOL 2013 en Nicaragua, cuando les pregunté qué les gustaría hacer después de la universidad. Todos, hombres y mujeres, respondieron pensando en conseguir un trabajo. Volví a preguntarles si todo lo que querían era conseguir un buen trabajo o si tenían otro tipo de planes que involucraran algún tipo de sueño o proyecto fuera del "trabajo". Fue entonces, cuando les ayudé a abrir el panorama, que pudieron contarme más y sí, escuché proyectos artísticos, sueños de viaje, formación, servicio, etcétera. 

La realidad de desempleo es una sombra que nos persigue. Todos tenemos una experiencia distinta cuando de trabajo hablamos. Puede ser la de padre/s con empleos bien o mal remunerados, empleos flexibles, eventuales o absorbentes que no dejaban tiempo para la familia o desempleados. Mi experiencia es la de padres trabajadores/emprendedores que acertaron y fracasaron en diferentes negocios, padres que le dedicaron mucho tiempo de su vida al trabajo y me enseñaron esa dedicación desde muy chico. Yo mismo he trabajado desde que tenía 13 años. 

Un profesor de la universidad con sarcasmo y realidad, dijo un día: un día eres universitario y al día siguiente desempleado. Con mi experiencia como asesor en COMPA puedo reconocer ese miedo al desempleo, los universitarios en su último año comienzan a preguntarse sobre qué hacer, dónde trabajarán. La presión por trabajar para aumentar los ingresos familiares en casa consciente o inconscientemente aumenta. No sólo eso, cuando ya se consigue el primer trabajo lo toman como si fuera el único salvavidas en el mar para una persona que no sabe nadar. Es decir, se aferran a él por la poca o mucha seguridad que ofrece, como si el trabajo les diera identidad. Por lo tanto, complacer al patrón o dedicarle toda la concentración y tiempo se convierte en una tentación al grado de crear del trabajo un ídolo. No puedo dejar de pensar en mi propia experiencia con mi primer trabajo formal como graduado universitario. Me esforzaba por hacer todo con excelencia, dedicarle horas extras, complacer a mis jefes, hacer notar que realmente era la persona adecuada. ¡Faltar o pedir días era algo inconcebible! La generosidad no florece en personas así. 

Para mi los años del primer trabajo ya pasaron, comparto mi tiempo en dos lugares diferentes, por las mañanas doy clases en una secundaria y por las tardes y fines de semana como obrero en COMPA. La semana pasada cumplí 29 años, cada vez resisto menos las desveladas y aunque disfruto despertarme unos minutos más temprano el cansancio se acumula. Un desafío para los que servimos con personas es que siempre hay trabajo. Douglas Stewart expresa esto muy bien al inicio de su libro Te daré descanso "El trabajo del líder requiere estar dispuesto a adaptarnos a los horarios y necesidades de otros" 

La realidad es que, nos dediquemos a lo que sea, formal o informalmente, llegamos al punto de agotarnos, el trabajo nos agota. Algunos en broma o con seriedad dicen que el trabajo es una especie de maldición producto de la caída o desobediencia de los seres humanos allá en el Edén. Nada más erróneo. Ya que si leemos con cuidado el Génesis, podemos notar que Dios le dio a Adán el jardín para que lo labrara y cuidara, esto evidentemente requirió que Adán trabajara. Es hasta cuando Adán y Eva desobedecen a Dios que, al romperse todas las relaciones, el trabajo pasó a ser una carga para el hombre.

El trabajo nos agota y a algunas personas, las consume. 

Alguna vez llegué a pensar que decir frases como "no tengo tiempo", "estoy sumamente ocupado", "si el día tuviera más horas", eran realmente sinónimos de buena salud, sin embargo son todo lo contrario. Son los síntomas de una persona mal administrada en su tiempo y profundamente agotada. El agotamiento es riesgoso, para la salud, el estado de ánimo y el espíritu. Nos comienza a llenar de ira, frustración, estrés y apocar la mirada, todo tiene un tono diferente. Nos tira en la lona. ¡Un momento! ¿Acaso me estoy quejando? ¿Esto es una apología a la flojera? Tranquilos. Si eres de las personas que te gusta estar siempre trabajando, piensas o crees que precisamente eso es lo más importante en esta etapa de tu vida, si todavía eres de los que piensa que el trabajo duro los primeros años de la vida te proporcionarán una jubilación temprana para disfrutar la vida, te recomiendo que vuelvas a leer desde el principio. 

Para algunos el trabajo se vuelve un ídolo, lo colocan en el centro del corazón, todo gira entorno a él, le ofrecen sacrificios de tiempo y personas. Y como todo ídolo, nunca está satisfecho, siempre es inmisericordioso, exigente y no salva. Sin embargo, hay otras personas que por descuido de ciertas disciplinas que nos permiten mantenerlo contenido en su lugar correcto, con una visión sana de él, dejamos que se expanda, abarcando más y más hasta convertirse en una fuente de agotamiento constante que consume energía y visión. Ambos casos necesitan de la intervención divina. Trabajar afanosamente puede tener muchas causas, todos necesitamos proveer para las necesidades básicas y el trabajo nos remunera con dinero para hacerlo. Sin embargo, muchas veces el sistema económico (casi siempre) es injusto y el sueldo que recibimos por nuestro trabajo es bajo. Otras ocasiones, sin importa el sueldo, el trabajo consume y  le dedicamos tiempo y esfuerzo como una forma de escape de nuestros propios problemas personales, o familiares. Muchos padres de familia, en la escuela donde trabajo, son hombres y mujeres ocupadísimos sin tiempo de resolver las necesidad de amor, apoyo o los problemas de sus hijos. Algunos adoran el trabajo porque se convirtió en la fuente de su identidad, su trabajo le otorga valor como persona. 

Redescubriendo el Shabat 

Desde junio y julio pasado Ale y yo hemos estado envueltos en muchas actividades de trabajo, las vacaciones de descanso estuvieron aderezadas con la Asamblea Mundial en julio, lo cual significó mucho más trabajo. El fin de las "vacaciones" y el regreso a casa y rutina normal significó la gota que derramó el vaso. Despertar temprano, agendar actividades, ver personas, planear, reuniones, más personas, viajes. El agotamiento nos alcanzó y nos caló hondo, porque afectó nuestra salud, estado de ánimo y sobre todo generó frustración en ambos. Y el riesgo de eso cuando estás casado es querer desquitarte o culpar a la pareja de ello. Ya en medio de la tormenta notamos cómo fuimos descuidando tiempos valiosos como el día de descanso, el día de nuestra cita, el día de silencio y retiro con Dios. ¡Nuestra agenda no miente, casi la totalidad de fines de semana estaban ocupados con trabajo! Llegar al punto de reconocer el error y hacer ajustes nunca es fácil ni se logra solo, siempre se necesita ayuda. 

Desde Génesis leemos que Dios después de su acto creativo descansó de todas sus obras. Más adelante, cuando dio la Ley al pueblo de Israel en el Monte Sinaí (Éxodo 20) quedó de nuevo en claro el mandamiento de "guardar el día del reposo", seis días de trabajo y uno de descanso. Más adelante (Éxodo 23), cuando se hablan de las implicaciones de eso se explica también que el pueblo podría trabajar la tierra seis años consecutivos pero la dejaría descansar el séptimo. Incluso, los animales recibían un día de descanso por cada seis de trabajo. El día de reposo, o Shabat era un día de descanso, un día sagrado. Una pausa para pensar más allá de las actividades económicas. Un tiempo para el encuentro con el Creador. 



Nunca como hoy pensé que el shabat o día de reposo fuera algo tan real y necesario en la vida. En nuestra cultura un día de reposo va contra la lógica de la producción. Es en este tiempo que permitimos descansar de todas nuestras obras y encontrarnos con el Señor que nos ama, nos llama, está con nosotros y nos quiere a nosotros y no a las actividades que hacemos. Es un tiempo de descanso, de escuchar su voz corrigiendonos, mostrando nuestros afanes innecesarios.      

No tenemos todas las respuestas ni consideramos que ya lo hemos aprendido todo, pero en cuanto al tema Ale y yo reconocemos que estamos en proceso. Las últimas semanas han significado cambios, principalmente en la agenda, encaminados a respetar el día de reposo, buscar el tiempo con Dios y con nosotros mismos. No es fácil reconocer que estamos agotados ni considerar el daño que el agotamiento puede llegar a causar en nuestra persona, salud, concentración, trabajo, visión y relaciones. 

Jesús dice en Mateo 11:28-30 
28 »Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. 29 Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. 30 Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.»  
En este pasaje hay una invitación y mandato doble: "Vengan a mí"  y "carguen con mi yugo" nos dice el Señor. Jesús nos propone liberarnos del yugo del trabajo, del pecado, de la búsqueda sin encontrar y del sin sentido si acudimos a él. Esta es una invitación que me conmueve, más cuando puedo identificarme propiamente como cansado y agobiado. En Jesús encontramos el descanso anhelado. Si yugo es ligero, su carga es liviana. La invitación que nos hace Jesús a nosotros los cansados es a acudir a él, estar con él, aprender de él, ser como él y hallar en él el reposo. Esto bien puede ser iniciado en breves tiempos de retiro con el Señor. Es fácil leerlo, entenderlo intelectualmente, pero al momento de proponernos un día de retiro siempre surge la tentación de "adelantar" para mañana, "ponernos al corriente" con los pendientes. El Maestro quiere que estemos con él, a su lado para quitarnos el yugo del activismo. Su amor por nosotros es abundantemente y no proporcional a nuestras actividades para él o en su nombre, que alejadas de él sólo nos cansan y desgastan. 


¿Qué hacer si ya estamos agotados? 

¿Cómo le ponemos freno a la nuestra vida? Repito: No podemos hacerlo solos. Cuando reconocimos que estábamos cansados, Ale y yo simplemente pensamos en dormir más, ya que el cansancio físico también es cansancio emocional y a nivel espiritual es estancamiento, frustración y puede generar resentimiento, odio. Si tú estás pasando por algo similar no lo camines en soledad, es oportunidad para dejarse renovar por Dios, eso no quiere decir que no haremos cosas diferentes como: 


  • Hacer cambios. Retomar disciplinas, John Sttot explica de forma sencilla que el estancamiento espiritual es producto del relajamiento de las disciplina del descanso y relajación, la administración del tiempo y el tiempo devocional. Significa decidir por adelantado, o mejor dicho, planear los días de descanso, los de retiro, las citas, las horas del día para la Palabra y la oración. 
  • Busca la comunidad. Yo soy más melancólico, necesito tiempos de silencio, demasiadas personas por mucho tiempo sin espacios de tranquilidad me agotan. Sin embargo, la comunidad es necesaria, no podemos vivir solos. Alejandra y yo nos sabíamos agotados, por lo tanto tuvimos que decírnoslo, comunicarlo y asumirlo. Además, necesitamos la presencia de amigos que nos acompañen y cuiden, de una comunidad; en nuestro caso, de una pareja de cristianos maduros a quien amamos y a quien le tenemos confianza. 
  • Buscar ayuda. Tal vez la situación es más grave de lo normal, puedes acudir con amigo, pastor, psicólogo y hacer cambios drásticos en tu estilo de vida, como dejar cierta actividad. 
  • Consigue material. A mí me ayuda la lectura de ciertos libros, por ejemplo Te daré descanso de Douglas. Stewart, Desafíos del liderazgo cristiano de John Stott o En el nombre de Jesús de Hnery J.M. Nouwen. 
Somos más que operadores, estamos hechos para más que el trabajo, de hecho, el trabajo se hizo para el hombre, no el hombre para el trabajo. Vivir la vida, o intentar vivir la vida como personas pareciera que cada vez se vuelve más contrario a las pautas que dicta la cultura y el sistema económico. Ojalá como cristianos podamos ser más sal y luz en este tema. ¿Tenemos necesidades? Sí, como todas las personas. ¿Tenemos trabajo? Sí, alguno bien remunerado, o no, otro sin salario; pero rehuimos a convertirlo en nuestro ídolo o la base de nuestra identidad. Confiamos en la provisión de Dios que alimenta a las aves sin que ellas siembren o cosechen y nos alimentará. Oramos pidiendo el pan nuestro de cada día después de reconocer su gloria y pedir que su Reino se establezca. Como que Dios da por sentado que él se encargará de suplirnos todo eso, como queriéndonos liberar de esa carga para concentrarnos en los temas importantes: el Reino. Dios nos ayude a modelar vidas así. 


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