Obertura


Hubo tanta luz el día de mi nacimiento en boca de quienes me besaron
iluminándome el rostro para soportar
asido vivo a la vida
la oscuridad de los años venideros.

nace violentamente el hombre al mundo
entre sudor, sangre y dolor
y el mundo nace estrepitosamente al hombre
inquietantemente desigual, sufriente e injusto
en una compleja red pscicosemántica
viral y volátil
donde juega la vida y lo real.

todas las preguntas se autojustifican
vida-nacimiento-vida-muerte-vida
de un extremo a otro surge la duda
el tormentoso desorden del caos
por donde sólo el hombre caminará hacia su final
¿Quién lo acompañará en el laberinto de la vida?

San Arsenio, por ejemplo, oraba toda la noche
abandonando el sol a sus espaldas
con sus manos tendidas al cielo sin temor
confiado a una amorosa presencia
acompañante a lo largo de su jornada nocturna
hasta que el sol renaciera en el horizonte.

solo nadie encontrará la salida
secamente envejecerá   
tumbado por los años
olvidado por el futuro

cada cual expresa
en sus propios tonos
la búsqueda de respuestas a las inquietudes
no he visto a nadie que no espere
 uno guarda esperanza
sin saber si le es dada o le nace
como fuego en los años primeros
la conserva, enseña y hereda.

aprendí de mis padres a conservar el misterio
a decir la verdad
la ética protestante y el espíritu capital
el gusto por las fiestas
el camping
el parque
y el trabajo arduo.

sé consultar los cielos de noche y de día
observo todas las lunas
he visto suficientes atardeceres
para llenarme los ojos de fuego arrebolado
y saber que la oscuridad no dura para siempre.

hilos plateados posan sobre mis cabellos
coronándome de vida
tengo un rostro propio
las huellas de sus manos y sus besos lo moldearon

para mí los años no conocen límite en mi cuerpo 
permanecen abonando un suelo fértil
con el pasar del tiempo
en temporada buena

daré fruto



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