Cuando el verano por fin termina

No sé si le sucede a todo el mundo, pero al menos yo tengo presente el día inicial de la primera, conozco su fecha y la de invierno. Pero las estaciones intermedias poco llamaron mi atención: verano caliente y otoño en preámbulo del frío. El calor me desagrada, prefiero el clima templado y lluvioso. Mi ignorancia fue tanta que llegue a pensar mi cumpleaños en otoño cuando en realidad fue verano. Sentirme hijo del otoño me agradaba más estoy seguro de sentirme una persona veraniega. Los veranos nos llegan con oportunidades. Para mi este último, además de largo me brindó la oportunidad de aprender a nadar.
Nada es agradable y fresco, fue un desafío para a mi mala coordinación, pues necesité más de tres semanas para combinar las piernas con brazos y otras dos para lograr avanzar sin hundirme. La necesidad de "aprender" algo nuevo me gustó aunque mi perfeccionismo necesitó aprender humildad para ser enseñado y para aprender de otros. Una vez dentro del agua es necesario soltar la orilla y confiar en tus habilidades para mantenerte flotando, no obstante el miedo lo logré. Alejandra y yo disfrutamos nuestras clases casi diarias, nos ayudaron a mantenernos activados ante nuestra falta de rutina para continuar corriendo. Además, fueron un respiro en medio de la velocidad de las actividades semanales, las exigencias del horario nos marcaron límite para las jornadas laborales.  Tal vez ese fue el beneficio menos esperado dentro de nuestros planes al inscribirnos, sin embargo lo recibimos como gracia de parte de Dios. 

Pero probablemente lo mejor de este verano fue la oportunidad de iniciar nuevas amistades, quienes me conocen saben que no soy la persona más sociable y espontanea, sin embargo Alejandra sí. Una vez dentro de la alberca formamos parte de una clase, personas nuevas, de diferentes edades, personas más pequeñas, de la misma edad y mayores. De entre todas hemos podido conocer mejor a tres de ellas, invitarnos a nuestras casas, compartir la comida, las conversaciones y los juego. Su amistad ha sido una bendición en nuestras vidas y matrimonio, de alguna forma Dios usa personas y circunstancias no planeadas por nosotros para salvarnos de nosotros mismos y las actividades de trabajo con el propósito de recordarnos el disfrute, el descanso y volver a jugar con alegría en compañía de nuestros amigos como tal cual eran los veranos en la infancia.  

    

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