Navidad y migración

La Navidad es un tiempo de espera, sin embargo, es una espera que recibe de forma extraña. Las representaciones del nacimiento en el establo del Belén hacen su aparición como cada año. No obstante, esta temporada la crisis migratoria en Europa tiñó con retoques propios del año el relato navideño al recordarnos un aspecto oculto anteriormente a nuestros ojos: el viaje de Nazareth a Belén de una pareja de jóvenes que no reciben hospedaje ante la víspera del alumbramiento de su primer hijo. La historia de la Navidad es la tragedia de inmigrantes en un lugar desconocido.

Recuerdo la foto del cuerpecito del niño sirio ahogado en la playa y con tristeza puedo asegurar que no fue el primero ni será el último en estos movimientos obligados de personas. Hay miles de personas más que no gozaron el privilegio mediático. Ahora que lo pensamos, las representaciones del nacimiento están demasiado maquilladas para retratar la crueldad de la migración forzada y el dar a luz en un establo. Sudor, lágrimas, estiércol y sangre.
Todavía en algunos sitios se gusta pedir posada, en el Colegio año con año la dirección se empeña en rescatar “tradiciones” para una generación por demás multimedia y secularizada. En un lenguaje castellano ricamente novohispano  y con una melodía por demás simpática se lleva a cabo el titánico esfuerzo por recordar la travesía de los “peregrinos”. Si conoces la canción y la dinámica del “pedir posada” recordarás el suplicio de los “peregrinos” para lograr que el posadero les deje entrar. Pero hay tanta alegría al final  “entren santos peregrinos…reciban este rincón…y aunque es pobre la morada… os la doy de corazón.” No todas las historias de migrantes tienen un final feliz. Ahí estaban hace meses los países europeos discutiendo la cuota de refugiados que podía recibir con beneplácito o forzosamente. La Navidad nos hace olvidar las tragedias inherentes a la celebración misma, la negativa de dar hospedaje al extranjero y el sufrimiento de quien no tiene techo donde alojarse.
Jesús fue migrante, nació en una familia de migrantes, aunque María y José vivieron en Nazaret, eran originarios por nacimiento o por descendencia, de Belén. El evangelio de Mateo nos cuenta la huida de la familia a Egipto para proteger al niño poco tiempo de nacido. La tragedia de la migración no abandonaría a la sagrada familia. Otro movimiento más. Navidad y migración. 
Emmanuel, Dios con nosotros, recorriendo la tierra, traspasando fronteras en brazos de su madre. Dios camina con los migrantes esta Navidad, que su amor nos mueva a abrirnos para recibirles. 

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