Liderazgo
Imagen: "My Friend Jesus" de Wermin.
"¿Es usted un líder?
¿Lo ha sido? ¿Por qué se considera un líder? ¿Al
servicio de quién ha estado su liderazgo?"
Estas
preguntas son parte de mi tarea para la clase "Liderazgo: reflexión teológica como organización comunitaria" y me hacen recordar una experiencia hace muchos años atrás. Resulta que
mi papá me compró el boleto para ingresar a un congreso juvenil con duración de
tres días en la segunda iglesia
neopentecostal más grande de Tijuana de aquel tiempo (nosotros asistíamos a la
primera). El día de la inauguración llegué algunos minutos tempranos y mientras
esperaba a que abrieran la puerta, una pareja de jóvenes del equipo organizador
salió del edificio y se acercó a los que esperábamos. Uno de ellos me pregunta:
“¿Tú eres líder?” La pregunta me dio mucha risa y negué rotundamente que yo lo
era. El otro joven se rio al escuchar mi respuesta tan tajante.
Pero
ahora que pasa el tiempo y reflexiono en ese episodio entiendo que mi negación
fue por la definición que por aquel entonces yo hacía de “líder”. Crecí en un
contexto de iglesia pentecostal conservadora, donde el liderazgo reconocido es
exclusivo de varones, la mujer no enseña a hombres y el ejercicio del liderazgo
se hace verticalmente. Según esa definición obviamente yo no era un líder. Con el
tiempo gracias a Dios esa definición ha cambiado para convertirse, creo yo, en
una cada vez más al modelo de Jesús encontrado en los evangelios.
Doy
gracias a Dios por la oportunidad de conocer al ministerio estudiantil de
Compañerismo Estudiantil cuando ingresé a la universidad. Si la escuela bíblica
con la hermana Petra, Rosario y Marcial sentaron los cimientos de la fe en la
iglesia cuando niño. Entonces las hermosas predicaciones de don Fermín y ese
año completo en la escuela de crecimiento ayudaron a madurar mi fe en los
primeros años de juventud. Pero el verdadero crecimiento y crisol llegaron con
el ministerio estudiantil.
Reconozco
que ha sido el COMPA, por medio de la comunidad de hermanos y maestros, a quien
le debo mi formación bíblico-teológica. Pues bien. Fue cuando asistí a mi
primer campamento nacional de formación en 2007 que mi imagen de liderazgo se rompió en mil pedazos (gracias a Dios).
Pero no sucedió en una conferencia sino por
el un ejemplo que a continuación comparto: A la hora de la comida los
trescientos camperos necesitábamos formarnos. Don Israel Ortiz, de Guatemala,
fue el conferencista esa ocasión. Entonces yo caminaba con dirección a la fila
y veo que Don Isra y David Bahena (ambos Secretarios Generales, uno de la
Subregión y otro de México) también van a formarse. A mitad de dicha fila un
par de jóvenes les ofrecieron “meterse” a la fila, tal vez como un signo de
respeto, tal vez como una práctica común destinada siempre a ofrecer un “lugar
de honor” al pastor y líder. No lo sé. Pero lo que a mí me sorprendió fue
observar la rotunda negación de la oferta por parte de Don Isra (con los años
conozco más a David y probablemente él hubiera aceptado la oferta). El resto
del campamento me dediqué a observar a Don Isra. Ese hombre bajito de mucha
firmeza y sumamente sencillo como para sentarse en el pasto con un grupo de
universitarios para escuchar y participar durante un estudio bíblico. Para mí
la imagen de “líder” como un “señor caudillo de la iglesia” había llegado a su
fin. Jesús tenía que ser más como Don Isra. Ahí inició un proceso de años en mi
propia vida. Han pasado nueve años de ese primer campamento y en tan sólo
cuatro días más estaré en el mismo sitio donde se impregnaron en mi aquellas
hermosas estampas.
Ahora
muchos años después me encuentro respondiendo las preguntas de una tarea sobre liderazgo
para una clase del programa de Maestría en Estudios Teológicos de CETI-CAREY.
No
tengo duda de que soy un líder, no porque tengo una responsabilidad formal
dentro de una organización, sino porque entiendo mi llamado a servir a los
estudiantes en su paso por la universidad. El liderazgo no lo entiendo a partir
de un “poder” sobre las personas para lograr que ellas realicen algo a mi
antojo aun cuando considere que es bueno para ellas. No. Definitivamente entiendo
que mi rol es y seguirá siendo servir a los estudiantes y a la iglesia con
humildad. En parte es la parte que Dios usa para pulir mi orgullo y hacer cada
vez mejor y nítida la imagen de Jesús en mi vida. Soy de las personas que no le
gustan los “títulos”, mucho menos el de “líder”. Pues mi contexto “liderazgo”
evoca “empresarios” o en círculos cristianos a “pastores jóvenes carismáticos, de buen
aspecto, rockstars del evangelio, con
fotos estupendas en sus perfiles de Facebook, con millones de seguidores,
aunque inalcanzables, punta de lanza de la opinión evangélica pero de formación
bíblica superficialidad y doctrina conservadora. No. Yo no encajo en ese molde.
Soy una persona formada en las fronteras de las instituciones, hereje por
apodo, controversial al interior de los círculos evangélicos clásicos por mis
opiniones acaloradas y la exposición de las Escrituras. No predico con
frecuencia, de hecho, casi no lo hago. No tengo púlpito cautivo. Camino con
estudiantes en lo tortuoso del semestre. Habló con ellos, les escucho, procuro
hacerme su amigo, entablar buenas conversaciones y preguntas. Recomendarles libros,
actividades y una que otra salida a tal o cual lugar.
Entiendo
mi llamado a formar bíblicamente, por ahora a los estudiantes a quienes sirvo
como otros me enseñaron a estudiar las escrituras para conocer a Jesús, amarle,
vivir según sus palabras por la acción de su Espíritu en mí y comunicar contextualmente
su mensaje a mi generación. No soy perfecto ni el perfecto líder pero sigo al
que sí lo es. Reconozco mis debilidades y no me dejo empalagar por los halagos.
Entiendo mis dones y asumo mi responsabilidad por las habilidades aprendidas. Me
esfuerzo por invertirme en las personas, en aprender para amar a Jesús para
servirle mejor. Mi liderazgo está al servicio de Jesús y su Reino. Quiero que
mi vida sea para que el nombre de Jesús sea exaltado en la universidad y que su
Reino avance hasta que él regrese. Tal vez peco de inocencia pero sigo siendo
joven y podrán disculparme. Además, no soy un individuo solitario en este
camino sino que formo parte de una comunidad. Sigo aprendiendo.
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