Año Nuevo: Finales, principios y el Apocalipsis
Año Nuevo: Finales, principios
y el Apocalipsis
- El 2017 probablemente nos llegué en unas cuentas horas cargado de bonitas cosas para esquivar:
- Los últimos dos años de Peña (que ojalá terminara el periodo ya) con todos sus estragos
- Los intentos de Calderón por meter a su esposa Margarita en la candidatura por la presidencia
- Las canalladas de los partidos
- Trump en la Presidencia de EUA
- Las multinacionales jodiendo a nuestros países
- La guerra en medio oriente y lo que vendrá
- Los vericuetos económicos mundiales
- Las crisis medioambientales
- La iglesia que no cambia
- La migración
- Etcétera, etcétera.
Para tener esperanza en
el mañana se necesita ser cínico o cristiano.
El optimismo en sí es
un paliativo sin raíces. El estado de la cuestión es diverso y en constante debate.
Para algunos estudiosos del comportamiento humano el optimismo no es innato en
el ser humano y los pesimistas viven más que los optimistas. Para otros, las
mujeres optimistas viven más y los optimistas sufren menos del corazón. En fin,
la cuestión no se resuelve.
Tanto feliz y próspero
año nuevo termina diciendo nada, o en el peor de los casos dicen: que tengas
más, que puedas tener más, que tú tengas más y puedas tener más. Si en eso se
traducen tantas felicitaciones, francamente estamos acabados.
Por otra parte tampoco
puedo dejarme a la deriva, sobrellevando sin más las olas de la tormenta. Tenemos
cierta capacidad de agencia.
Y bien, siendo cristiano
¿cómo espero el siguiente año con todas sus complicaciones? No desbordo en el
optimismo de que “todo irá bien” ignorando las complejidades de los problemas
que nos ahogan y no prometen resolverse inmediatamente. Pero tampoco me
desenfreno en ver el mundo arder sin posibilidades de resurrección.
Hay una tensión
irresuelta aún que me impulsa avanzar con compromiso, resistencia, lucha, y esperanza
ante el año que viene. A pesar de las adversidades locales y globales no
desisto de la responsabilidad de participar en procesos desde la localidad para
que este mundo sea cada vez más para todos: hombres, mujeres; nativos y
migrantes. Hasta que las fuerzas se nos acaben o el Señor regrese a consumar su
Reino a la tierra. ¡Sí, a la tierra!
Porque Jesús nació,
vivió, murió y resucitó tenemos esperanzas para seguir oponiéndonos ante los
abusos del poder (cualquiera que sea).
Terminamos Ale y yo
leyendo el Apocalipsis, a finales de un año e inicios de otro no deja de
sorprenderme la tensión de un mundo en desplome y la certeza de la nueva
creación.
Quizá sea este año cuando
suceda:
Entonces
vi un cielo nuevo y una tierra nueva. Nada quedaba del primer cielo ni de la
primera tierra; nada del antiguo mar. 2 Vi
también bajar del cielo la ciudad santa, la nueva Jerusalén. Venía de Dios,
ataviada como una novia que se engalana para su esposo. 3 Y
oí una voz poderosa que decía desde el trono:
—
Esta es la morada que Dios ha establecido entre los seres humanos. Habitará con
ellos, ellos serán su pueblo y él será su Dios. 4 Enjugará
las lágrimas de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor,
porque todo lo viejo ha desaparecido.
5 El
que estaba sentado en el trono anunció:
—
Voy a hacer nuevas todas las cosas.
Apocalipsis
21: 1-5
Quizá no, pero que en
2017 podamos caminar fieles a nuestro Señor Jesús, comprometidos con su
Evangelio en nuestras palabras y acciones, amando a Dios con nuestro corazón, alma,
mente y al prójimo como a nosotros mismos. Lo que sea que eso signifique para cada
uno nosotros donde estamos.
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