El Evangelio y cómo a veces se entiende el evangelio
Cómo
está en la Biblia
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Cómo
a veces se entiende…
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Lucas 7:11-17
Algún
tiempo después, Jesús, en compañía de sus discípulos y de otra mucha gente,
se dirigió a un pueblo llamado Naín. 12 Cerca ya de la entrada del pueblo,
una nutrida comitiva fúnebre del mismo pueblo llevaba a enterrar al hijo
único de una madre que era viuda. 13 El Señor, al verla, se sintió
profundamente conmovido y le dijo: — No llores. 14 Y acercándose, tocó el
féretro, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús exclamó: —
¡Muchacho, te ordeno que te levantes! 15 El muerto se levantó y comenzó a
hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. 16 Todos los presentes se llenaron
de temor y daban gloria a Dios diciendo: — Un gran profeta ha salido de entre
nosotros. Dios ha venido a salvar a su pueblo. 17 La noticia de lo sucedido
se extendió por todo el territorio judío y las regiones de alrededor.
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Lucas 7:11-17
Algún
tiempo después, Jesús, en compañía de sus discípulos y de otra mucha gente,
se dirigió a un pueblo llamado Naín. Cerca ya de la entrada del pueblo, una
nutrida comitiva fúnebre del mismo pueblo llevaba a enterrar al hijo único de
una madre que era viuda. El Señor, el verla le dijo: —No llores. Yo soy la luz del mundo, el que a mi
viene no morirá jamás. El que cree en mí, aunque esté muerto vivirá. ¿Crees
en el Hijo del Hombre? Entonces Jesús exclamó a la multitud: -El que cree en
el Hijo tiene la vida eterna. Todos los presentes se asombraron y daban gloria
a Dios diciendo: -Un gran profeta ha salido de entre nosotros. Dios ha venido
a salvar a su pueblo. La noticia de lo sucedido se extendió por todo el
territorio judío y las regiones de alrededor.
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Cómo
está en la Biblia
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Cómo
a veces se entiende…
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Marcos 1:40-45
Se acercó
entonces a Jesús un leproso y, poniéndose de rodillas, le suplicó: — Si
quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.
41 Jesús, conmovido, extendió la mano, lo tocó y le dijo: — Quiero.
Queda limpio. 42 Al instante le desapareció la lepra y quedó limpio. 43 Acto
seguido Jesús lo despidió con tono severo 44 y le encargó: — Mira, no le
cuentes esto a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda
prescrita al efecto por Moisés. Así todos tendrán evidencia de tu curación. 45
Pero él, en cuanto se fue, comenzó a proclamar sin reservas lo ocurrido; y
como la noticia se extendió con rapidez, Jesús ya no podía entrar libremente
en ninguna población, sino que debía permanecer fuera, en lugares apartados.
Sin embargo, la gente acudía a él de todas partes.
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Marcos 1:40-45
Se acercó a
Jesús un leproso y, poniéndose de rodillas, le suplicó: - Si quieres, puedes
limpiarme de mi enfermedad. Jesús, conmovido, le dijo: -Quiero. Tus pecados
te son perdonados. Acto seguido Jesús lo despidió con tono severo y le
encargó: -Mira, no le cuentes esto a nadie. Pero él, en cuanto se fue,
comenzó a proclamar sin reservas lo ocurrido; y como la noticia se extendió
con rapidez, Jesús ya no podía entrar libremente en ninguna población, sino
que debía permanecer fuera, en lugares apartados. Sin embargo, la gente
acudía a él de todas partes.
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¿Cuál es la diferencia sustancial
entre los textos en ambas columnas? Saltando obviedades (los textos de la
columna de la derecha son apócrifos, falsos, yo los edité) vayamos profundo. Alguien
podría decir con preocupación: “La
diferencia son “los milagros”. Jesús hizo milagros y estos textos no lo
mencionan. Los milagros son importantes en la enseñanza de Jesús. Además,
demuestran que él era Dios y no un charlatán”.
Una respuesta así es importante. Pues
claro que la edición de los textos de la columna derecha deja fuera dos
milagros de Jesús. Tanto Lucas y Marcos hablan de ellos en su perspectiva del Evangelio.
Y obvio eso es significativo. Sin embargo,
necesitamos profundizar en nuestra respuesta. Tal vez necesitemos leer de nuevo
ambas columnas.
Titulé la columna con los textos
editados “Cómo a veces se entiende” a propósito para demostrar como algunas
veces leemos del Evangelio. Quien lee el texto de Lucas o Marcos se encuentra
frente a Jesús y la integralidad de su misión. Esto quiere decir la obra de
Jesús, la salvación, tiene implicaciones
para todas las áreas del ser humano, no sólo para el “área espiritual de la
persona”.
El afán por “las almas”
Reducir la salvación a “salvar el
alma” no está en sintonía con la narrativa bíblica. Esto proviene más de la
cosmovisión griega, donde hay una división entre el cuerpo y el alma. El cuerpo
es material, mortal; en cambio, el alma es invisible e inmortal. La muerte
acaba con el cuerpo más no con el alma. El alma tiene un aspecto racional
mientras que el cuerpo está sujeto a las pasiones. De ahí que el cuerpo sea
concebido como una especie de cárcel o tumba para el alma. Esta idea no
proviene de la narrativa bíblica. Sin embargo la podemos encontrar presente en
muchas iglesias evangélicas. Esta idea subsiste cuando hablamos de “Salvar a
las almas” o “Ganar almas para Cristo”.
No obstante, esta dicotomía no
existe en la cosmovisión judeo-cristiana. En el relato de la creación leemos
una frase que se repite constantemente: “Y vio Dios que era bueno”. Este es el
comentario respecto a toda la obra creadora, el Hacedor de todo vio que todo
era bueno, la tierra, este mundo, la fauna, la flora y el ser humano. Para los
judíos el ser humano es una unidad. En lugar de usar conceptos de “cuerpo” o “alma-espíritu”,
los hebreos usaban la palabra “corazón” para describir el centro del ser
humano.
Los hebreos
consideraban la experiencia subjetiva más bien que la observación objetiva y
científica, y de este modo evitaban el error moderno de la
hiperdepartamentalización. Se trataba esencialmente del hombre completo, con
todos sus atributos, físicos, intelectuales, y psicológicos, en el cual pensaba
y del cual hablaba el hebreo, y el corazón se concebía como el centro que lo
gobernaba todo. Es el corazón el que hace que el hombre, o la bestia, sea lo
que es, y el que gobierna todas sus acciones (Pr. 4.23). El carácter, la
personalidad, la voluntad, la mente, son términos modernos que reflejan todos
algo del significado del término “corazón” en su uso bíblico.[1]
Para Jesús, como para los
apóstoles, parece que no existía una diferencia sustancial entre alma y cuerpo.
Por lo tanto, la salvación anunciada era una realidad para el ser humano como
unidad integral. Pero esa división sí existe en muchas iglesias hoy.
Si ya sabemos que es la omisión
de los milagros, ¿Cuál es la diferencia sustancial entre los textos en ambas
columnas? Cuando entendemos los pasajes como se muestran en la columna de la
derecha estamos haciendo dos operaciones: 1) eliminamos todo el marco de
referencias materiales en el Evangelio y la evangelización, 2) espiritualizamos
la misión en términos etéreos, donde interpretamos todo en términos de “metáforas
espirituales”.
Ejemplo de eliminación de marco de referencias materiales en el
Evangelio
Por ejemplo, en el texto de
Lucas, eliminamos la tragedia emocional, social, económica, cultural y política
de la pérdida del único hijo (varón) de una mujer viuda. El médico Lucas nos da
detalles importantísimos en este breve relato. Ella es mujer viuda y madre de un único hijo que ahora lleva a
enterrar. Toda una tragedia. Estamos ante una mujer que ahora se encuentra
desprotegida, no porque no pudiera valerse por sí misma, sino porque en el
aspecto legal de su época ella no podía poseer propiedades. La muerte de su
hijo, heredero de los derechos de su padre, la condenaba al desamparo, a menos
que un hermano de su esposo la tomara como su mujer. ¿Qué pasó con Jesús? Lucas
nos dice claramente: “El Señor, al verla, se sintió profundamente conmovido…”
¿A dónde llevó la conmoción de Jesús? Primero
a “tomar el féretro” (una acción), a riesgo de ser considerado impuro
religiosamente. Después ordenó al
muchacho que se levantara. Finalmente, una
vez que el muchacho resucitó, Jesús se lo entregó a su madre. La resurrección
de un hijo a una viuda en el imaginario judío remite a acciones de los profetas
Elías y Elíseo. La reacción del pueblo no puede ser distinta: se llenaron de
gran temor y glorificaron a Dios. La obra de Jesús no se redujo a una
predicación. Aquí no hay sermón. Jesús fue conmovido por el cuadro de
desolación y actuó en consecuencia. ¿Quién es este Jesús? Salmo 68:5 dice
acerca de Yahvé: “Padre de huérfanos y defensor de viudas, es Dios en su santa
morada”.
Ejemplo de espiritualización
En el caso de Marcos, sí leemos
la columna de la derecha, notamos cómo “lepra” se interpretó como “pecado”. Con
esta operación una enfermedad pasó a ser símbolo y a referir otra realidad que
el texto no dice. Así dejamos de lado a la persona enferma (aspecto real y “material”)
y nos concentramos en el pecado de la persona (nombramos algo con otra
palabra). Así nos concentramos en el aspecto importante: el pecado. Hablamos
sobre el pecado y la salvación de Cristo, pero no decimos nada referente a la
condición de enfermedad que padece una persona. Y en el peor de las cosas, no
hacemos nada. O sí hacemos algo se reduce en orar. ¿Qué hizo Jesús en este
relato? Vemos que Marcos también es rico en detalles: vemos a Jesús conmovido
ante el leproso de rodillas y su súplica “Sí quieres, puedes limpiarme”. Vayamos
por partes. Notan como el leproso dijo: “puedes limpiarme”, en lugar de “puedes
sanarme”. Aquí podemos suponer que para esta persona la enferma tiene una
connotación religiosa de impureza. El Antiguo Testamento tiene toda una
regulación sobre la lepra. Además, vemos que en diferentes porciones Dios
castigó con lepra a varios personajes. Al problema de la lepra como enfermedad
se le suma esta carga religiosa. No creo que haya sido raro que un enfermo de
lepra haya asociado su enfermedad con una maldición divina. Esto porque la
lepra separaba al enfermo del pueblo, su familia, de la posibilidad de entrar
al templo a adorar y lo condenada a vivir fuera de las ciudades y a anunciar su
inmundicia por los caminos. Entonces, vemos que el leproso pide a Jesús ser
limpiado. ¿A dónde lo lleva la conmoción de Jesús? Primero “extendió la mano, lo tocó” (una acción), a riesgo también
de ser considerado impuro religiosamente.
Después le dijo: “Quiero. Queda limpio”. No sabemos cuánto tiempo esta
persona haya estado enferma, pero probablemente el toque físico de Jesús fue el
primero en mucho tiempo. Aquí vemos una doble afirmación de Jesús, tanto con el
toque físico, como con las palabras “Quiero. Queda limpio”. Este hombre, si consideraba
su enfermedad como maldición, y a Jesús como alguien venido de parte de Dios.
La disposición de Jesús para limpiarlo era también la aceptación de Dios, la
eliminación de una carga religiosa de rechazo. Finalmente, el hombre recobró su
salud y con ella su posibilidad de regresar a vivir la ciudad de donde fue
expulsado, regresar a su familia (si la tenía), su tierra u oficio y sobre
todo, su derecho a entrar al templo a adorar a Dios. Pero eso no podía suceder
sin cumplir primero con los protocolos sanitarios. Jesús fue claro: “No se lo
digas a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda prescrita…”.
Esto porque en la leyes referentes a la lepra, se establecía el protocolo por
medio del cual una persona que había sido limpiada de lepra podía ser declarada
“oficialmente” sana-limpia, por parte de un sacerdote.
Conclusión
Muchas veces nuestra lectura del
evangelio reduce la obra de Jesús. Se puede predicar la “salvación del alma”
sin implicaciones materiales, sean emocionales, familiares, comunitarias, sociales,
culturales, políticas o económicas. Cuando esto sucede el mensaje del
evangelio y la evangelización se
convierten en boletos para que el alma vaya al cielo. Se deslinda a la misión
cristiana de toda la responsabilidad con el contexto. La encarnación se vuelve
un chiste. Consideramos que el Evangelio es exclusivo para el alma del ser
humano y no dice nada para la vida aquí y ahora.
Necesitamos leer el Evangelio con
todas sus implicaciones. A riesgo de admitir nuestros fracasos o la limitación
de nuestras prácticas evangelizadoras. Cuando esto suceda entenderemos mejor
porque Jesús comparó a sus discípulos con la luz y la sal del mundo. Luz para
que el Padre sea glorificado. Sal para preservar la sociedad de la putrefacción
del pecado. No hay acción que tenga más transformación social que la
proclamación del Evangelio. La proclamación real del Evangelio tal como lo
encontramos en el testimonio de las Escrituras, no como mejor lo entendemos o
mejor nos acomoda a nosotros hoy.
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