Las tentaciones. Parte I.


Hace unas semanas escuché un sermón en la iglesia West Point Baptist Church sobre el pasaje de las tentaciones de Jesús en Lucas 4:1-13. Caló hondo. En las primeras semanas del año 2017, cuando se inicia un año más con todas sus posibilidades, de repente me encuentro llamado a revisarme a la luz de las tentaciones de Jesús. Cuando dejamos que sea la Biblia la que nos lea, inevitablemente nos encontramos con Dios y con nosotros mismos. Así, tal cual es y tal cual nosotros somos hoy, en este tiempo-espacios, con nuestra historia, anhelos, deseos, experiencias y sueños.

Esto me ha llevado a dedicarle más tiempo a la lectura, meditación y oración del pasaje. Invito al lector o lectora a acompañarme en este proceso que estaré registrando en diferentes entradas del blog explorando las tentaciones desde las siguientes aristas.
  1. La privatización y cristianización de las tentaciones de Jesús
  2. El pasaje de Lucas 4:1-13 en el contexto del Libro Lucas-Hechos
  3. Las tentaciones de Jesús en la narrativa bíblica
  4. Las tentaciones en el arte. Un breve recuento.
  5. ¿Cuáles son las tentaciones para nosotros hoy?


En ningún momento pretendo que este esfuerzo agote el tema sino invite a la reflexión y vivencia de la fe en cada uno de nuestros contextos. Espero estas ideas nos inviten al diálogo, a continuar dejándonos leer por la Escritura y a la vivencia de la fe en adoración y misión por la obra de Dios en nuestra vida.  

La privatización y cristianización de las tentaciones de Jesús

El primer aspecto del que me gustaría hablar es sobre ese desplazamiento desapercibido por el cual la tentación se convierte en algo privado e individual. Lo que he llamado “la privatización”. Es interesante como en la cultura el término “tentación” ha sido atado casi totalmente a la sexualidad o la lujuria. De tal modo que “tentación” se convierte en una advertencia  o invitación a ejercer la sexualidad de cierta manera o fuera de cierto marco moral. De hecho, en Tijuana algunos tables dance usan la palabra “tentación” en su publicidad como punto central. No obstante, cuando leemos el relato de Lucas ninguna de las tentaciones tiene como objeto la sexualidad. El diablo no le ofrece a Jesús jovencitas desnudas para su placer, como aparecen representadas en el arte las tentaciones de San Antonio.

Trabajo con jóvenes universitarios en el ministerio universitario y alguna vez colaboré en el equipo de un grupo de jóvenes en la iglesia a la que asistí. Con frecuencia en estos contextos se pueden escuchar a jóvenes cristianos reconocer sus tentaciones en el área sexual: sus culpas por dejarse llevar en un momento apasionado con su pareja, sus problemas con la pornografía y la masturbación o la atracción por personas del mismo sexo.  Algunas iglesias trabajan intencionalmente estos temas con sus grupos de jóvenes.

Sin embargo, esta pequeña muestra me deja ver lo mucho que la “tentación” ha sido llevada al área privada, donde no tiene relación con el resto de las personas. Esto es un engaño. Lo que leemos en el texto de Lucas  es a Jesús siendo tentado a transformar piedras en pan para alimentarse; adorar para recibir los reinos de la tierra y lanzarse desde el pináculo del templo para ser reconocido como el Mesías por los judíos. Las tentaciones estaban dirigidas a cuestionar la identidad misma de Jesús como Hijo amado en quien Dios está complacido. La tentación incluía el poder, el dominio, el cumplir su misión por la cual fue enviado por el Padre bajo otros estándares que excluían el servicio, la obediencia y el sacrificio.

Creo que el reconocimiento de cualquiera de nuestras tentaciones en el  contexto de la comunidad de fe es importante para ser fortalecido por hermanos y hermanas. En este contexto nadie es juez de nadie y todos participamos de la misma gracia del Señor, podemos extendernos la gracia unos a otros y acompañarnos en las áreas en las que nosotros somos faltos.

Esto me lleva a la siguiente cara de la tentación: la cristianización de las tentaciones. Como mencioné anteriormente, la tentación se entiende en lo privado y se limita casi únicamente al área sexual. Pero qué hay de la tentación al poder, de la soberbia, la tentación al dinero o el de la autosuficiencia. Me gustaría ver más en el contexto de la iglesia a personas admitiendo su tentación al poder o a la avaricia. ¿Por qué esto no sucede con la misma regularidad? Porque creo que hemos cristianizado alguna de estas tentaciones y las hemos llamado “éxito” o “bendiciones”. Si el hermano alcanzó cierta posición de liderazgo y se hace obedecer: “¡Qué bendición!”; si la hermana busca y desea poseer más dinero por el dinero mismo: “¡Qué bendición!”. Una tentación flagrante es la de ejercer un liderazgo  basado en el poder y no en el servicio, tal como lo enseñó Jesús. Esta es una tentación que está acabando con muchas personas del pueblo de Dios.



Por lo que veo necesitamos caminar dejar de privatizar las tentaciones. Si las buenas noticias son integrales porque Jesús es el Señor de toda la creación, la redención afecta a todo el cosmos y no hay área donde Jesús no sea el Señor. Me atrevo a decir que la tentación también es integral, nos afecta en toda la complejidad como seres humanos, en la forma que se nos invita a tergiversar las relaciones que establecemos con Dios, otras personas, la creación y nosotros mismos.

Conozco amigos cuyas mayores tentaciones no son en el área sexual y más de algunos les tenemos “envidia”. Pues sus mayores tentaciones son en otras áreas de la vida. No sin sentido del humor alguien alguna vez dijo: “te cambio de tentación”.  Pero esto nos deja ver la grandiosa oportunidad que existe en la comunidad. Algunas personas pueden ayudarnos a caminar siguiendo a Jesús, con su presencia, con su amor, con sus oraciones, recordándonos quien es nuestro Señor y lo que ya ha hecho por nosotros. Insisto: la tentación al poder es un tema que se debería hablar más en el contexto del liderazgo. Cuanta salud traería si las personas en liderazgo reconocen esto y son acompañadas por otros a vivir en el amor y servicio como Jesús.

¿En qué áreas de la vida somos realmente tentados? La tentación sólo invita a asumir otro camino que no es el de Jesús, este camino, en cualquier área de la vida inevitablemente causará dolor, sufrimiento y muerte, a nosotros y a los demás.

El escritor (o escritora, quien sabe) a los Hebreos dijo:

Y ya que contamos con un sumo sacerdote excepcional que ha traspasado los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, mantengámonos firmes en la fe que profesamos. Pues no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, excepto el pecado, ha experimentado todas nuestras pruebas.  Acerquémonos, pues, llenos de confianza a ese trono de gracia, seguros de encontrar la misericordia y el favor divino en el momento preciso.
Hebreos 4:14-16

Tenemos esperanza, Dios no está sentado en un trono observándonos para esperar el momento en el que fallamos y castigarnos con su garrote. No. Esa imagen no corresponde al Dios revelado por Jesús. No. Dios no nos ha excluido. No. El Padre amoroso nos ha perdonado de nuestros pecados y nos los recordará jamás. No. No estamos solos ante nuestras tentaciones, Jesús, el Hijo de Dios, Dios-con nosotros-, experimentó la tentación. Jesús mismo fue tentado y sabe qué experimentamos nosotros en esos momentos. Él venció a la tentación. No. No podemos en nuestras fuerzas resistir la tentación. Es Dios mismo en nosotros, por medio de su Espíritu, el que nos da el poder para resistir y vencer.

Tenemos esperanza. Dios está con nosotros.



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