Las tentaciones. Parte II
El pasaje de Lucas 4:1-13 en el
contexto del Libro Lucas-Hechos
Esta
publicación es la segunda parte de la reflexiones sobre las tentaciones de
Jesús que comencé el mes pasado. En la primera parte traté un poco de La privatización y cristianización de las
tentaciones de Jesús. Tal vez te interese leer primero la primera parte
antes de continuar. Puedes leer esa publicación aquí. No obstante, si inicias
aquí, no tienes problema, pues cada sección tiene sentido y estructura propio.
Recordémonos
el pasaje:
Jesús,
lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el
desierto (2) por cuarenta días, siendo tentado por el
diablo. Y no comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre. (3)
Entonces el diablo Le dijo: "Si eres Hijo de Dios, dile a esta
piedra que se convierta en pan."
(4) Jesús le respondió:
"Escrito está: 'NO SOLO DE PAN VIVIRA EL HOMBRE.'" (5) El
diablo Lo llevó a una altura, y Le mostró en un instante todos los reinos del
mundo. (6) "Todo este dominio y su gloria Te
daré," Le dijo el diablo; "pues a mí me ha sido entregado, y a quien
quiero se lo doy. (7) "Por tanto, si Te postras delante de mí
(me adoras), todo será Tuyo." (8) Jesús le respondió: "Escrito está: 'AL
SEÑOR TU DIOS ADORARAS, Y A EL SOLO SERVIRAS.'" (9)
Entonces el diablo Lo llevó a Jerusalén y Lo puso sobre el pináculo del
templo, y Le dijo: "Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo desde aquí, (10)
pues escrito está: 'A SUS ANGELES TE ENCOMENDARA PARA QUE TE GUARDEN,' (11)
y: 'EN LAS MANOS TE LLEVARAN, PARA QUE TU PIE NO TROPIECE EN
PIEDRA.'" (12) Jesús le respondió: "Se ha dicho: 'NO
TENTARAS AL SEÑOR TU DIOS.'"
(13) Cuando el diablo hubo
acabado toda tentación, se alejó de Él esperando un tiempo oportuno.
Lucas
4:1-13
El
pasaje de las tentaciones se encuentra en el capítulo 4 del libro de
Lucas-Hechos. Las unidades temáticas previas a este texto son las siguientes:
Lucas 1:1-4 Prefacio
1:15-25 Anuncio
del nacimiento de Juan el Bautista
1:26-38 Anuncio del nacimiento de Jesús
1:38-56 Encuentro
entre María y Elisabet
1:57-80 Nacimiento de Juan el Bautista
Lucas
2:1-20 Nacimiento
de Jesús
2:21-40 Presentación de Jesús en el templo
2:41-52 El viaje de la familia al templo durante
la Pascua
Lucas
3:1-20 Predicación
de Juan el Bautista
3:21-22 Bautismo de Jesús
3:23-38 La genealogía de Jesús
Lucas
4:1-13 Las
tentaciones de Jesús
4:14-44 Principio de la predicación de Jesús y “el
manifiesto de Nazaret”
El pequeño índice de unidades
temáticas nos deja ver primeramente que las tentaciones se desarrollan previo a
la predicación de Jesús. ¿Por qué antes de iniciar su ministerio? Para eso regresemos a lo que inmediatamente
Lucas nos dice sobre la identidad de Jesús como Hijo de Dios en dos
afirmaciones previas. La primera afirmación es la voz del cielo que se
escuchó cuando Jesús fue bautizado que dijo: “Tú eres Mi Hijo amado, en Ti Me he complacido." (3:22), la segunda es la conclusión de la genealogía
de Jesús: “Hijo de Adán, de Dios”. (3:38).
Con esas declaraciones y con el Espíritu sobre él, Jesús fue llevado al
desierto.
Las tentaciones se dan en el contexto del desierto,
en un lugar remoto alejado de comodidad y en el contexto de su ayuno. Después
de cuarenta días, nos dice Lucas, Jesús tuvo hambre y llegó el diablo para
tentarle. Vemos que dos de las tres tentaciones inician con las palabras: “Si
eres Hijo de Dios…”.
La primera tentación fue convertir las piedras en
pan. Jesús tenía hambre y seguramente el poder para hacerlo. Sin embargo, él renunció a usar su poder para servirse a sí
mismo. Recordó que no sólo de pan vive el ser humano.
La segunda tentación fue aceptar el dominio de
los reinos del mundo a cambio de inclinarse y adorar al tentador. Jesús respondió
que sólo al Señor tu Dios adorarás y servirás.
La tercera tentación fue hacer algo espectacularmente
arriesgado para ser salvado por los ángeles de Dios y ser reconocido como Mesías
por los judíos. No obstante, Jesús respondió que no se deberá tentar al Señor
tu Dios, citando palabras del libro de Deuteronomio como las dos ocasiones anteriores.
A pesar de que la tentación de recibir los
dominios del mundo está en segundo lugar, lo que podemos entender es que Lucas
acomodó la más grande en el centro del ataque del diablo.
Como
vemos, las tentaciones no tienen un sentido privado como ahora asociamos a la
tentación. En este pasaje lo que las
tentaciones están poniendo en duda es la identidad de Jesús como Hijo de Dios.
En contraste con la afirmación de la voz
del cielo que dijo: “Tú eres mi Hijo amado, en ti Me he complacido”, se
encuentra la voz de diablo que dijo: “Si eres Hijo de Dios…”. Esto no es nuevo.
En Génesis 3 leemos como en el jardín del Edén la serpiente logró engañar a Eva
y a Adán. En aquella funesta ocasión las palabras fueron: ¿Conque Dios les ha
dicho: 'No comerán de ningún árbol del huerto'?" (Génesis 3:1). Lo que
vemos en ambas narraciones son a la serpiente/diablo poniendo en duda la
palabra que Dios ya ha hablado.
Las tentaciones para Jesús implicaban su
identidad pero sobre todo ¿Cómo viviría esa identidad? ¿Qué camino escogería
Jesús para llevar a cabo su misión por la que el Padre le había enviado? El
diablo le ofreció a Jesús “atajos” para alcanzar sus metas como Hijo de Dios y
Mesías. Sin embargo, el camino del diablo no incluía la obediencia a Dios ni el
sacrificio. Si bien, Adán y Eva pretendieron asumir el lugar que le corresponde
exclusivamente a Dios para decidir qué era lo bueno y qué era lo malo. La
oportunidad que el diablo le ofreció a Jesús era similar: asumir su identidad
como Hijo de Dios y su obra como Mesías según su propia voluntad y bajo sus
propios términos, rechazando tajantemente así el camino de Dios.
La tentación
no terminó en el desierto, como comentaba anteriormente, Lucas nos deja claro
que el diablo se apartó por un tiempo buscando el tiempo oportuno para reanudar
la tentación. Pues ese tiempo oportuno se dio después. Para efecto
de nuestro enfoque, Mateo nos deja ver más detalle de este pasaje que Lucas.
Veamos.
Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a
Sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
Hombre?" (14) Y ellos respondieron: "Unos, Juan el
Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o alguno de los
profetas." (15) "Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?"
les preguntó Jesús. (16) Simón Pedro respondió: "Tú eres el
Cristo (el Mesías), el Hijo del Dios viviente." (17)
Entonces Jesús le dijo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás,
porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los
cielos. (18) "Yo también te digo que tú eres Pedro, y
sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las Puertas del Hades (los poderes de
la muerte) no prevalecerán contra ella.
(19) "Yo te daré las llaves
del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos;
y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos." (20)
Entonces ordenó a los discípulos que a nadie dijeran que El era el Cristo
(el Mesías). (21) Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar
a Sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los
ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y
resucitar al tercer día. (22) Tomando aparte a Jesús, Pedro Lo reprendió:
"¡No lo permita Dios, Señor! Eso nunca Te acontecerá." (23)
Pero volviéndose El, dijo a Pedro: "¡Quítate de delante de Mí,
Satanás! Me eres piedra de tropiezo; porque no estás pensando en las cosas de
Dios, sino en las de los hombres."
Mateo 16:13-23
Ahora Jesús no está en el
desierto, sino en plena actividad pública, con discípulos, multitudes que le
sigue y enemigos declarados que buscaban su mal. Era considerado un maestro
itinerante con buen rating. Como vemos
en este otro pasaje, la tentación aquí llegó de labios de Pedro, quien reconoció
a Jesús como el Mesías. Sin embargo, después de que Jesús lo afirmó en su
declaración, no entendió porque el Mesías tendría que ir a Jerusalén para
sufrir, morir y resucitar. Pedro tomó a Jesús aparte y comenzó a reprenderlo: "¡No lo permita Dios, Señor! Eso nunca
Te acontecerá." Pero Jesús no se dejó amedrentar, inmediatamente
reconoció de dónde provenían estas palabras, esos deseos de no asumir el camino
del Mesías sufrimientos. El diablo aquí volvía a plantear la duda, la oportunidad
de ser el Hijo de Dios pero por otro camino sin sufrimiento. "¡Quítate de delante de
Mí, Satanás! Me eres piedra de tropiezo; porque no estás pensando en las cosas
de Dios, sino en las de los hombres.". La
tentación es no pensar en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
Lo que los evangelistas nos dejan ver en esta
narración hunde sus raíces en la historia de la salvación de Dios. En Jesús
vemos al verdadero o nuevo Adán, que se mantiene obediente a Dios y trae
salvación para todos los seres humanos. Pablo, en su primera carta a los
Corintios dijo: “Porque ya que la muerte entró
por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. (22)
Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán
vivificados.” (1 Corintios 15:21-22)
En la
victoria Jesús a las tentaciones, vemos al
verdadero Israel de Dios manteniéndose fiel al Dios del pacto. A
diferencia del pueblo de Israel. Como sabemos, los israelitas que Dios liberó de
Egipto usando a Moisés, fueron al desierto de camino a la tierra prometida. Sin
embargo, dudaron de que podían poseerla y hablaron contra Dios. Como
consecuencia, tuvieron que andar por el desierto cuarenta años. Por lo tanto,
es en Jesús que Dios cumple las promesas hechas a Abraham (Génesis 12) de ser
bendición para todas las familias de la tierra.
¿Qué tienen que ver las tentaciones con nosotros,
los discípulos de Jesús? Las tentaciones nos dejan ver los intentos del diablo
para que Jesús renuncia a la forma en la
que Dios hace las cosas para elegir nosotros mismos los medios. Considero que si para Jesús la tentación
fue en su identidad como Hijo de Dios y Mesías, las tentaciones para nosotros
son en dos sentidos diferentes: uno comunitario y otro personal. El comunitario
tiene que ver con nuestra identidad como parte de la iglesia de Dios. La
iglesia como cuerpo de Cristo, que recibió las enseñanzas de Jesús y la misión
de hacer discípulos seguidores de Jesús el Mesías. En segundo plano es
personal, y tiene que ver con las tentaciones que nos llegan a causa de
nuestras propias pasiones desenfrenadas no sujetas al señorío de Jesús.
Las tentaciones como iglesia
Si Jesús fue tentado en los medios usados para
expresar su identidad y misión. La tentación para la iglesia no resulta
diferente. Cada generación se ve tentada a “usar” ciertos medios para llevar a
cabo la misión de hacer discípulos. Algunos de esos “medios” pueden ser muy
sutiles y demostrar orgullo, soberbia, o el poder. “Si tan sólo tuviéramos un
edificio más grande, sería más atractivo”, “Si tan sólo nuestro equipo de luces
y multimedia fuera más moderno…”, “Sin tan sólo tuviéramos más dinero…”, “Si
tan sólo tuviéramos apoyo de un partido para…”
De la tentación de convertir las piedras de pan Henri
Nouwen dice:
“Se trata de una tentación de ser competente, de
hacer algo necesario y que pueda ser valorado por la gente; la tentación de
hacer de la productividad la base… Se nos hace creer de mil maneras que somos
aquello que producimos.”
Eugene H. Peterson comenta de la primera
tentación:
“Es la tentación
de lidiar conmigo mismo y con los demás, primero como consumidores. Es la
tentación de definir la vida en términos de consumo y luego diseñar planes y
programas para lograrlos "en el nombre de Jesús".
Acerca de la
tentación de dominio de hacer algo espectacular para ser rescatado por Dios y
reconocido como Mesías, Nouwen comenta:
“La segunda tentación que
afrontó Jesús y que afrontamos también nosotros es la tentación de ser
espectaculares. El diablo llevó a Jesús a la ciudad santa, le puso de pie sobre
el alero del templo y le dijo: Tírate abajo…. Es la tentación de forzar a Dios
a responder acudiendo a lo inusual, lo sensacional, lo extraordinario, lo
inaudito… y así obligar a la gente a creer.”
Peterson dice de esta:
La temperación es embarcarse en una carrera de
circos milagrosos. ¿Y qué podría ser mejor que una carrera Dios-milagros,
milagros religiosos, muchedumbre entretenida, suministrando éxtasis a demanda?
Para la tentación de la adoración a
cambio de los reinos de la tierra Nouwen dice:
“fue la tentación de ser poderoso”
Mientras que Peterson dice:
“la tercera tentación: gobierna el
mundo”
La tentación para la iglesia de Jesús
es llevar a cabo la misión usando el poder y acomodándose a la cultura. Cada oportunidad que se nos
presenta, por buena que sea, de que nuestra congregación local lleve a cabo su
misión de otra forma en la que la hizo Jesús es una tentación. La iglesia de
Cristo no necesita más dinero, más poder, más espacios, más recursos para
llevar a cabo su misión. Necesita lo que ya tiene, la Palabra, el Espíritu, la
provisión, cuidado y seguridad de Dios está estableciendo su Reino.
Las
tentaciones personales
El
tema de las tentaciones a nivel personal también están relacionadas con nuestra
identidad, en cómo vivimos en el día a día nuestra realidad de Hijos e Hijas de
Dios. Pero también con una realidad de pecado. Santiago dice: “Que nadie diga cuando es tentado: "Soy
tentado por Dios." Porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo
no tienta a nadie. (14) Sino que cada uno es tentado cuando es
llevado y seducido por su propia pasión.
(15) Después, cuando la pasión ha
concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la
muerte. (James 1:13-15). La tentación siempre recae en querer vivir de
la salvación y la nueva vida que tenemos por el sacrificio de Jesús sin sus consideraciones
éticas de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas nuestras
fuerzas y con toda nuestra mente; y a nuestro prójimo como a mí mismo. Nos vemos
tentados a pensar más o sentirnos mejores
frente a los demás. Nos vemos tentados a relacionarnos con las personas como
objetos en beneficio propio. Nos vemos tentados a considerarnos el centro del
universo. Nos vemos tentados a querer hacer nuestro destino nosotros mismos.
Nos vemos tentados a esconder nuestras fallas y vernos fuertes. Nos vemos
tentados a desconfiar del cuidado y provisión de Dios para nuestras vidas. Nos
vemos tentados a creer las mentiras que nos dicen de nosotros mismos.
Antes
de terminar debemos recordar que previo al desierto, Jesús fue bautizado y el
Espíritu descendió sobre él. Quienes hemos aceptado a Jesús como el Mesías,
como Señor y Salvador hemos también
recibido de su Espíritu para ser testigos suyos (Hechos 1:8). Pablo dijo a los
creyentes de Éfeso: “En El (Jesús) también
ustedes, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de su
salvación, y habiendo creído, fueron sellados en El con el Espíritu Santo de la
promesa, (14) que nos es dado como garantía de nuestra
herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios, para
alabanza de Su gloria. (Efesios 1:13-14).
Ni
como Iglesia ni personalmente estamos solos cuando la tentación nos asedia. El
Espíritu Santo está en nosotros para ayudarnos a resistirla y vencer, así como
Jesús la venció. Amén.
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