Nos vamos hija


Querida hija. Regresamos a Tijuana justo hoy, cuando recién cumples dos meses de vida. La vida en Vancouver fue grandiosa, acá tu madre y yo encontramos descanso, renovación y a ti. Tú llegada encarna para nosotros estos dulces recuerdos. Cuando crezcas queremos compartirlos contigo y regresar para que también tú los experimentes.

En unas horas nuestro vuelo partirá y nosotros en él. Llevamos tantas cosas pero tú eres lo más valioso para nosotros: nuestra pequeñita hijita.

Ni tú pediste  nacer ni mucho menos participaste en la decisión de nosotros, tus padres, para regresar a México. Pero queremos hacerte parte y compartir contigo el llamado que el Señor nos hizo para seguirlo, en los siguientes años en el ministerio estudiantil en México. Nuestra oración es que en el futuro tú también descubras tu propio llamado y tal vez entonces comprendas a cabalidad nuestra decisión.


Créeme: sabemos de qué ciudad nos despedimos y a cual arribaremos. Incluso nosotros sufriremos más el "choque cultural de regreso" y dicen hijita, que ese es el peor. Ya te contaremos. No estoy escribiéndote con comparaciones antagónicas en la cabeza sobre Vancouver y Tijuana. Eso no ayuda. Te escribo estas letras desde la realidad de los claroscuros que combinan alegría y tristeza, expectativas y nostalgia, esperanzas y miedos, pero sobre todo fe y obediencia.  Te comparto algo que descubrí en estos meses en un país industrializado de "primer mundo": los mismos males nos aquejan a los unos y a los otros. La diferencia es que en algunos lugares se tiene todavía oportunidad de ignorarlos.

Hijita, hoy regresamos a México, a la belleza de su caos, al calor de la familia y comunidad, a la intensidad de sus sabores, alegrías y frustraciones. Queremos mostrartee ese país que tu madre y yo amamos y hemos recorrido. No tenemos dudas que tú también lo amarás y disfrutarás.

Hijita, mi pequeña hija. Aún no puedes hablar, mucho menos leer y tu madre y yo te llenamos de letras nuestros diarios esperanzados de que algún día los leas.


Hijita, regresamos a México porque tus padres vamos siguiendo al Dios. Yo no dudo que nuestro Señor este extendiendo su Reino también aquí en Vancouver. Lo cierto es que nuestro llamado es a seguirlo, por ahora, allá a donde vamos tu madre y yo, y sí, tú con nosotros.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Navidad y los universitarios cristianos

¿Por qué soy cristiano? De John Stott

Sobre testimonios, testirollos y tristemonios