Recomendaciones no solicitadas para cristianos universitarios
En las próximas semanas terminará el tiempo sabático, y Alejandra y yo regresaremos a trabajar como asesores en Compañerismo Estudiantil, con estudiantes, principalmente cristianos universitarios.
Precisamente
este regreso me hace pensar en ese "espécimen raro": el
cristiano universitario; y escribir para él y ella. Lo hago por una necesidad
pastoral surgida en mi propia experiencia durante mis años en la universidad y
posteriormente en la obra estudiantil. Lo hago también porque desgraciadamente
la iglesia local pocas veces cuenta con los espacios y las personas adecuadas
para acompañar a su juventud universitaria. Pues los grupos de jóvenes casi
siempre se enfocan en pubertos y adolescentes, y quienes los atienden casi
siempre son los mayores, los de edad universitaria. Algunos grupos sí tienen un
enfoque para una edad más avanzada (digamos 18 años en adelante), pero carecen
de no profundizar en temas propios de un universitario: la relación entre Jesús
y la universidad; la crisis de fe, la vocación, el llamado y el servicio con la
profesión; la misión y el evangelismo, por mencionar algunos.
La etapa
universitaria puede ser una oportunidad de crecimiento extraordinario en todas
las áreas de la vida, de definición de carácter, personalidad y de toma de
decisiones trascendentes. Una etapa para forjar amistades, de experimentación y
viajes. Y para los seguidores de Jesús puede ser también de
profundización en la relación con él, de descubrimiento de la riqueza de
nuestra herencia, de desafío para contextualizar la fe y de sumarse a la misión
de Dios en el mundo. ¿Pero por qué en realidad eso casi no sucede? A veces la
experiencia nos deja ver que asistir a la universidad es un camino de
incertidumbres que se camina en soledad. La presión de reunir el dinero para
pagar el semestre, la comida, el transporte, los libros; las cosquillas de la
duda vocacional por saber "si elegí la carrera adecuada"; los
problemas familiares, las relaciones de amistades o parejas; las dudas que
surgen sobre la fe a partir de lo que leo o dicen los profesores; la presión
por conseguir trabajo al finalizar la carrera y muchas otras cosas más.
Con estas
recomendaciones o sugerencias no pretendo ser exhaustivo, compartir una
"receta" de la felicidad o "principios rígidos" para
seguir al pie de la letra. Todo lo contrario, quiero ayudar a imaginar
prácticas, hábitos y disciplinas que puedan (algunas veces) ayudar a
sobrellevar situaciones difíciles. Aunque lo más importante es que: nos
permiten cultivar todas las áreas de la vida y proveen de una comunidad de
personas. Además nos abre a la posibilidad de participar en la misión de Dios en el
mundo y ser transformado en ese proceso de formas no imaginadas.
Mis sugerencias no tienen un orden específico. Obviamente
cada quien es libre de considerar las más pertinentes según sus propios
intereses.
1) Haz
ejercicio. Después de casi cuatro años fuera de la universidad descubrí lo
importante que es este aspecto. Mi amigo Pedro lo expresó bien cuando una vez
me dijo: "Esa madre (el ejercicio) es más por salud que por
estética.". Y tenía razón. Con esto no quiero decir que te tortures
buscando formarte un cuerpo de Adonis o de Venus en el gimnasio. Recuerda, es
para cuidar tu salud. Corre, nada, usa bicicleta o practica un deporte por
diversión o formalmente. Usa lo que tengas a mano y que sea seguro según tu
contexto. No gastes en gimnasios caros, considera aquellos que tienen como
mercado a los simples mortales. O usa instalaciones, canchas o unidades
deportivas gratuitas. Los beneficios del ejercicio son muchísimos: baja el
estrés, duermes mejor, te sientes bien, mantienes a raya esa pancita y te
alejas de enfermedades como la diabetes y la hipertensión.
2) Come
saludablemente. O por lo menos lo más cercano a eso. Ya sé que ser
universitario es ser un "estudihambre" y que siempre la mayor
cantidad de comida por el
menor precio es la mejor opción. Pero cuida lo que comes, hay cosas que pueden estar matándote lentamente. Deja la soda. Pero no el café o el vino. Estos últimos son más saludables con moderación. Recuerda, que “sin café es imposible agradar a Dios”.
menor precio es la mejor opción. Pero cuida lo que comes, hay cosas que pueden estar matándote lentamente. Deja la soda. Pero no el café o el vino. Estos últimos son más saludables con moderación. Recuerda, que “sin café es imposible agradar a Dios”.
3) Lee. Sí ya
sé, hay mucho material que revisar para las clases y no queda tiempo. Pero
pasarás años en un campus donde seguramente habrá una biblioteca respetable con
una sección decente de literatura (novela, cuento y poesía). Inicia por algunas
antologías, siempre te dan un panorama de varios autores. La lectura, por
placer e intereses (fuera de tu disciplina), además de formar un buen hábito te
ayudará a conocer nuevos mundos y diferentes formas de narrarlos. Lee noticias, pero por favor, lee algo más que en encabezado y cuestiona las fuentes.
4) Ve más
allá de tus redes sociales. Hoy en día todos podemos ser "críticos y
activistas" desde el escritorio sin sustento real en nuestras vidas. Está
bien si te informas de lo que sucede en el país, la explotación laboral,
sexual, las guerras en el mundo, los problemas del medio ambiente, los datos
más fabulosos del cine, el riesgo de los pandas en China o peligro inminente de
la radiación nuclear en el Océano Pacífico. Pero si tu interés y
"compromiso" con esa causa no supera los dos cliks y un like, la
verdad sólo estás fingiendo y evitando los problemas reales de tu propia
localidad y que te afectan aquí y ahora. Algo va mal si solamente te la pasas
firmando mil peticiones para que la ONU intervenga para proveer alimentos
a niños en una villa en medio de la selva, pero ni siquiera conoces a tus
vecinos y no te involucras con ellos para participar en la identificación de
problemáticas y la búsqueda de soluciones.
5) Construye
amistades honestas y profundas. No importa su orientación sexual, etnicidad,
postura política, estrato social, incluso, no importar que su credo o fe sea distinta a la
tuya. Esto último lo menciono pensando en cristianos particularmente. Tú
necesitas amistades fuera de tu subcultura y círculo "cristiano".
Amistades verdaderas, que no sean un "proyecto evangelístico", sino
personas de carne y hueso como tú, que comparten muchas situaciones similares
por estar en la universidad y en la misma facultad. Necesitas amigos que te
conozcan tal como eres, que vean tu vida, conozcan tus deseos, aspiraciones,
temores, luchas, dudas y errores. Amistades que puedan verte como un cristiano
siendo honesto con Dios, consigo mismo y los demás, que a pesar de las
circunstancias y de él o ella misma, busca orientar la totalidad de la vida
según el Evangelio. Amigos que te incomoden con sus preguntas sobre la fe y
observen como se ve eso en tu vida. Así, tal vez, algunas de tus amistades
vayan eliminando sus prejuicios sobre Jesús y se vuelvan curiosos o aún
desafiados por la fe. ¡No es raro que algunos de ellos pudieran llegar a ser
también creyentes! Pero necesitamos quitarnos las máscaras de moralismo pedante
y santurronería que mosquean el Evangelio. Esto es más difícil que jugar al
"cristianito" que juzga a todos los demás y vive en una burbuja
ridícula donde pretende "estar a salvo" sin "contaminarse de
mundanidad".
Con esta
última recomendación ya me estoy limitando un poco más a todo estudiante
seguidor de Jesús. Sigamos.
6) Sé discípulo
o discípula de Jesús. Es interesante como en el Nuevo Testamento la palabra
discípulo define por antonomasia al que tiene su fe puesta en Jesús como su
Señor. Es una realidad lamentable que la universidad se convierte para algunas
personas en el “cementerio de su fe”. Yo no creo que esto debe ser así. Es más,
debería ser un crisol donde la fe puede ser pulida. Por eso, invito a que
cultives algunas de las siguientes disciplinas en tu etapa universitaria:
a) Ora. En el
Nuevo Testamento podemos leer que la única cosa que los discípulos le pidieron
que Jesús les enseñara fue a orar. “Enséñanos a orar”. Ora. La Biblia da por
hecho que orar es una cualidad del discípulo de Jesús. ¿Cómo hacerlo? Hay mil
formas y hoy tenemos mil maneras. Pero al mismo tiempo tenemos mil problemas
para hacerlo. En mi experiencia esta disciplina siempre me genera culpabilidad
porque no logro practicarla como quisiera. Y cada vez que alguien habla del
tema me hace sentir mal. Incluso me siento mal cuando conozco a personas que sé
que realmente oran como disciplina. Si este es tu caso, creo que tenemos
delante un mundo de posibilidades. Hay muchos recursos para orar, mencionaré cuatro:
i) Usar una guía devocional, donde puedes ser dirigido en una lectura, algunas
preguntas e invitado a responder en oración. ii) Usa una aplicación. Alejandra
usó un tiempo una aplicación llamada Oración Centrante (Puedes ver aquí). iii) Dibuja, para mí esto fue
una revelación y una gran herramienta para ayudarme a orar. iv) Ora con alguien
más. Busca a una persona para orar juntos y pónganse de acuerdo para hacerlo.
b) Lee y
estudia la Biblia. Es una opinión, pero si tu nivel de educación será
universitario, deberías considerar que tu educación bíblica sea similar. No
quiero decir que abandones tus estudios y te vayas a un seminario o instituto
bíblico. No. De hecho soy de los que piensa que es mejor estudiar una carrera
universitaria incluso antes de ir a un seminario o instituto. Cuando digo leer
y estudiar la Biblia me refiero a que sea un hábito su lectura y que tú mismo
puedas tomar el tiempo para ir más profundo. Hay diferentes métodos para
estudiar la Biblia, aprende uno primero y después diversifica tus opciones. En Compañerismo
Estudiantil podemos ayudarte, ponte en contacto.
c) Reúnete
con otros que compartan tu fe. Sí, ya sé que antes mencioné lo importante de
tener amistades con una fe distinta a la tuya. Pero esta recomendación ni la
pasada son excluyentes, sino complementarias. Esto es porque el seguimiento de
Jesús no tiene por qué ser un camino individualista, sino comunitario.
Necesitamos un grupo pequeño de hermanos y hermanas en la fe para fortalecernos
mutuamente, necesitamos personas que nos pastoreen y necesitamos cuidar también
de otros. Es en la confianza y gracia de un grupo pequeño de hermanos y
hermanas donde todas nuestras vulnerabilidades, tentaciones, miedos y aún las dudas
de la fe se pueden exponer libremente.
d) Forma
parte de una iglesia local. En este aspecto pueden existir dos extremos: la
persona que está tan ensimismada en las actividades al interior de la iglesia
que no tiene oportunidad de ver ni participar de lo que sucede fuera de ella y
las personas como yo, que siempre ven la mosca en la sopa y les cuesta trabajo
reunirse y participar con los hermanos en la iglesia local. Ambos extremos no
son sanos. Sin importar cuál sea la condición de la iglesia local, si las
predicaciones son suficientemente bíblicas o si los ministerios funcionan o no,
etc. Participar de la vida de la iglesia es formar parte del cuerpo de Cristo,
ser bendecido por el ejercicio de los dones de otras personas y servir a los
demás con los dones que Dios te dio. En resumen: es una de las formas más eficaces
para amar a nuestros hermanos y hermanas. Al mismo tiempo, participar de la
vida de la iglesia es servir para que la congregación camine en dirección a la
misión de Dios en nuestra colonia y ciudad.
e) Participa
de la misión del Reino de Dios en tu universidad. Parecería extraño creer que
el Reino de Dios crece en la universidad o que Jesús está siendo reconocido
como Señor en el campus universitario, pero esto es cierto. No hay un palmo de
la existencia humana que no esté sometido al señorío de Jesús: lo creamos o no,
nos guste o disguste, estemos de acuerdo y participando o en franca oposición.
Pero en nuestra experiencia como obreros en COMPA, mis hermanas y hermanos
colegas y yo conocemos muchos ejemplos de cristianos universitarios que pasan
sus años de estudios ignorando la obra de Dios. Por supuesto, nadie dice: “No
joven, muchas gracias, no me interesa el Reino de Dios en mi escuela”. Sino que
han establecido determinadas prioridades y dejado que ellas orienten su vida.
¿Cómo cuáles? Los pretextos son variados, van desde el típico énfasis en la carrera y el deseo genuino de
tener éxito, la pareja, hasta los más piadosos como: alguna actividad al
interior de su iglesia.
f) Practica
la generosidad. Sé generoso con tus recursos, tiempo y talentos. Dios ha puesto
en tus manos talentos, capacidades y recursos; mantén tu mano extendida para
dar a otros. Tú pensarás que ahora no ves esos recursos, incluso, si los ves, podrían
parecer pocos, pero son mucho más de lo que otros poseen. El problema no es la
cantidad, sino la generosidad y cómo usas lo que ya tienes. No orientes tu vida
en la acumulación de riquezas, no es un buen camino: pues cada vez es algo más difícil,
te cuesta la vida y siempre hay oportunidades para hacerlo de forma ilícita. Mejor
confía en la provisión de Dios, comprométete
en la transformación de las estructuras que mantienen la desigualdad y practica la generosidad.
7) Descansa.
Para algunas personas esta última recomendación puede ser la más absurda.
Escribo pensando en personas jóvenes que rondan los 18 y 25 años, con fuerza y
energía. ¿Cómo me atrevo a sugerir el descanso? El mundo laboral no tiene
tiempo para eso. Pero hay una realidad en el descanso. Hay un día a la semana
hecho para descansar. Si practicas el descanso seguramente tu salud te lo agradecerá.
Como dije al inicio, estas recomendaciones no solicitadas no son regla ni exhaustivas. Pero espero que puedan llegar a serte útiles y puedas encontrar formas
creativas de ponerlas en práctica. Después de todo, no son una regla sino
oportunidades para crecer en diferentes áreas de la vida.
¿Qué te ha funcionado a ti? ¿Hay algo que dejé fuera y valdría la pena incluirlo?
Me encantó tu post, escribes muy bien, pienso que orar sigue siendo el más difícil de todos los hábitos de adquirir, es algo por lo que es necesario trabajar mucho
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