Navidad, paternidad y masculinidad: una reflexión pendiente para nuestros días.

Para mi papá, 
tu ejemplo es una muestra de 
la obra de Dios en un hombre.
Diciembre, en el calendario cristiano es temporada de Adviento. Todavía es posible encontrar representaciones del nacimiento de Jesús perdidas por ahí. ¿Recuerdas las escenas de la Navidad? Al centro está el bebé Jesús y a su alrededor el resto de personajes, como planetas girando alrededor del sol.

Otros años reflexioné sobre María en Navidad. Pero en 2019 llego a Navidad desde la experiencia de vivir y construir mi paternidad. Cerramos el año con una fuerte presencia de movimientos de mujeres denunciando la violencia que las oprime y asesina. En un contexto de violencia general somos los hombres los gatillos de tanta muerte. Las últimas décadas las mujeres han logrado avances en sus derechos y entenderse mejor en el mundo. No sé si en los últimos años los hombres hemos tenido una reflexión similar sobre la masculinidad y nuestro lugar en un mundo más equitativo. Tal vez esa sea una tarea pendiente. Como lo es pensar una espiritualidad masculina.

En esta Navidad volteo a ver a José, esposo de María y padre legal de Jesús. En nuestro imaginario navideño José permanece aparentemente pasivo. Se encuentra hierático, ausente, observando al recién nacido Jesús y abrazando a la virgen madre. ¿Qué podemos conocer de Dios a través de la historia de José, esposo de María? ¿Cómo desafía José nuestros modelos de masculinidad y paternidad en el siglo XXI?

El testimonio de José en las Escrituras es poco y hay mucho silencio sobre su vida que la tradición se ha encargado de llenar con infinidad de historias. Pero los Evangelios  sólo nos dice algo breve sobre la relación entre José y María, y mucho menos sobre la de José y Jesús. Pero de lo que sí nos dicen los evangelios podemos tener una imagen suficientemente poderosa de él en cuanto el ejercicio de su masculinidad y su paternidad.

José en los evangelios

Si en Lucas encontramos un testimonio del nacimiento de Jesús a partir de la experiencia de María, en Mateo podemos encontrar más la experiencia de José. Sólo el evangelista Mateo escribe acontecimientos vividos únicamente por José, por ejemplo:  los tres sueños por medio de los cuales Dios le habló. La genealogía de Mateo 1 es también la genealogía de José. El artesano constructor descendiente de un linaje caído. La descripción hecha por Mateo de José es simple: “José era un hombre justo”. ¿qué quería decir Mateo de José al describirlo como justo? Sugiero que la lectura de Mateo 1 al 3 podemos responder la pregunta.

José al saber que su prometida estaba embaraza buscó el divorcio. Algo naturalmente aceptable en tal situación. Pero Mateo cuenta un detalle,  José era justo, por eso el divorcio sucedería en secreto. Este artesano rehúsa exponer a la jovencita  a la vergüenza pública. Este hombre rechazó ejercer un privilegio que el contexto religioso y cultural le daban por ser hombre para efectuar una especie de venganza de "macho herido". No sabemos si José amaba a María en ese momento (recordando que los matrimonios por amor son más recientes de lo esperado y que la norma la mayor parte de nuestra historia han sido arreglados) o si simplemente José no deseaba causar un daño a una jovencita en una posición vulnerable en la época. En todo caso, José no es el marido, novio o pareja que no sabe qué hacer con su frustración y elige matar a la mujer, consciente que el contexto le exonerará. Cómo sucede en México hoy en día.

José es un hombre de fe sencilla y práctica. El artesano de Nazaret acudía a Jerusalén al templo para las fiestas como lo marcaba la Ley. Los Evangelios resaltan esos viajes de fe sencilla y comunitaria. José conocía las Escrituras lo suficiente como para leer a la luz de ella sus sueños, específicamente donde aparecían ángeles. Èl  entiende la cita que el ángel hace del profeta Isaías y cree. Es un hombre de fe práctica, su confianza en Dios le lleva a obedecer.  José no es el arquetipo del macho que lo sabe todo, lo entiende todo y manda a todos. Él es el hombre de fe práctica, dispuesto a que las Escrituras moldeen su fe, cree en la obra que Dios está haciendo y al igual que María, él obedece. La obediencia de José es concreta. Este artesano recibe como su esposa a una jovencita embarazada,  pese al escarnio púbico. José el "pen@+&jo", José el "cornudo". Este artesano no está preocupado porque su identidad se vea afectada, él está seguro de quién es y sobre todo lo que Dios está haciendo en el mundo. José puede reír y conversar con su esposa, esa  jovencita embarazada, sobre sus dudas y expectativas de la obra salvadora de Dios. ¡Un bebé! Bonita manera de salvar el mundo tiene Dios.

La obediencia de José salvó a María y su hijo. Aunque eso los conviertió en   refugiados a Egipto con su esposa y el niño.  Esa misma obediencia le hace volver en el tiempo adecuado al sitio perfecto para criar al niño. 

El artesano y constructor José se nos presenta de carácter fuerte más no dominante. José tuvo dominio propio, al no tener relaciones sexuales hasta que su esposa dio a luz. Mateo muestra a José vulnerable, el evangelista no tiene empacho en decir que José experimentó miedo (Mt. 2,22). José no es un hombre posesivo o preocupado porque el niño criado por él y su mujer no le pertenece ni reconoce como su padre (Lc. 48-49).

La tradición sugiere qur José fue un hombre anciano, viudo y en la última etapa de su vida. Como un refuerzo a la pureza y virginidad de María. "Un protector". Pero como los Evangelios no dicen eso, ni lo contrario. Me gusta pensar en José como cualquier hombre joven o adulto joven. Todavía lleno de energía. 

José fue un hombre viviendo en una sociedad patriarcal como lo fue el mundo del siglo I. José no usó sus privilegios,  sus acciones en el Evangelio nos dejan ver modelos alternativos de masculinidad en contextos machistas. Esposo y padre, sus energías se avocan a participar en la gran misión de Dios en el mundo desde  la cotidianidad del hogar. José no se pone primero  ni a sus intereses, sino los de Dios y su misión, lo que le permite recibir a María y Jesús. De fe sencilla obedece a Dios. Con dominio propio, trabajador y vulnerable.

José a través de Jesús.

Mi amigo Milad de Palestina me contó que cuando un hombre tiene un hijo pierde su nombre, pasa a ser conocido por la comunidad como el padre de…. 

Si vemos a Jesús es imposible no pensar en cuánto José moldeó la vida de Jesús. La imagen que cada uno de nosotros tenemos de Dios ha sido fuertemente infuenciada, para bien o para mal, por nuestro padre. Un buena paternidad ayuda a formar una imagen, digamos, equilibrada de Dios. Por el contrario, un padre ausente, autoritario, violento o distante afecta negativamente en la imagen que tenemos de Dios. Ya sea si tuvimos buenos o malos padres, Dios no es ni como unos u otros. Él siempre es más bueno, más cariñoso, más presente y más misericordioso de lo que podemos llegar imaginar. Si crecimos con experiencias paternas complicadas la Gracia del Señor nos ayuda a sanar el pasado para abrirnos a horizontes nuevoos donde podamos experimentar a Dios libremente como el padre amaroso que Jesús enseñó. 

Timoteo André de Oliveira comenta:

En un país en el que el abandono paternal es inmenso la figura de José nos exige el revés. Él, hombre pobre, trabajador, justo, asumió a este hijo que no era suyo, incluso sabiendo lo que eso le implicaría y enseñó. El hijo de Dios aprendió la profesión, aprendió a caminar, a hablar, la masculinidad con José, el hijo de Dios cargaba los acentos, los modales, los modos de José. José transmitió su saber y vida al hijo de Dios. Esto es genial.

Vemos a Jesús ejerciendo su masculinidad fuera de los marcos del contexto machista. A mi modo de pensar el pasaje de Jesús y la samaritana es el más claro. Jesús no abusa de sus privilegios de hombre ni su posición de judío. Al contrario, abre la posibilidad de que la mujer samaritana se encuentre con Dios.

Jesús se refirió a Dios como Abba, algo así como “papito”(Mc. 14,36). Al leer esta expresión no puedo desligarla de mi propia experiencia como padre, ni a la dicha de escucharla en mi hija diciendome: "Papi, ven a jugar aquí conmigo un ratito".  

Con el riesgo de equivocarme, la expresión "novedosa" de Abba, o papito, usada por Jesús para referirse a Dios surgió del contesto familiar. Muy probablemente Jesús la dijo a José, como el resto de niños hace con sus padres cercans y amosos.  Mi opinión anterior podría sonar herética, considerando que la formulo en el vacío de las fuentes y el silencio de los textos bíblicos. Pero imagínate  a José intentando explicarle a un niño de dos años que no eres su padre, que su madre era virgen y concibió por obra del Espíritu Santo. 

Pareciera que Jesús tuvo una buena experiencia paternal que le permitió afirmarse y tener una comprensión mayor de Dios. Jesús tendría suficientes recursos para refirse a Dios como Abba por su propio entendimiento de quién es Él, su relación especial con Dios pero también por la experiencia brindada por José. 

Salvaguardando la ortodoxia, suponiendo que José no hubiese sido un padre presente (ya sea porque murió o porque se parece al padre de muchos) y que la relación entre José y Jesús haya sido inexistente. ¿Por qué Jesús llama a Dios "papito"? ¿Por qué seguir usando una imagen paternal? Hemos de suponer que fue presisamente su comprensión de quién es Dios y su amor, la que sana las malas experiencias paternales. De manera que puede llemar a Dios: "papito". 

Una reflexión pendiente

Muchos de nosotros no tenemos la relación con nuestro padre que hubiéramos deseado. Tristemente lo más común es encontrar a personas con padres ausentes, o padres autoritarios, o padres violentos. Esas experiencias con la figura paterna nos han moldeado. Tenemos la oportunidad de encontrar en Dios una imagen de Dios como Padre: presente, amoroso, tierno y cuidador. Ese Dios nos permite reconciliarnos con la imagen paternal, fuera de los marcos machistas.

Como hombres tenemos un problema, no sabemos cómo ejercer nuestra masculinidad en un mundo machista y donde el activismo femenino es más dominante. Hay golpes de timón: violencia o silencio. Ninguna de las dos opciones nos ayuda a nosotros mismos ni a los demás. Nos urge repensar la experiencia y espiritualidad de la masculinidad. Necesitamos modelos de masculinidad no dominante. José es un ejemplo sencillo que nos invita a reflexionar la forma en la que vivimos la experiencia de ser hombres y padres. José es más como la imagen del padre refugiado huyendo de su tierra por temor a la muerte, con su hijo en brazos y su esposa al lado.   

Si ser hombre implica dominio y posesión de otros, José y su hijo Jesús nos desafían con un ejemplo distinto. Eso ya para nosotros es un desafío. Si ser hombre es tener siempre el control y la iniciativa. La fe sencilla de José que le lleva a obedecer a Dios a pesar de poner en riesgo su imagen, nos presenta un desafío único.

La masculinidad como hemos vivido es desafiada por el ejemplo de José. La masculinidad del macho es puesta en duda por este aparentemente indefenso artesano constructor don nadie de Nazaret. Ojalá su testimonio y el del niño criado por él, nos lleve a horizontes nuevos. Por nuestro bien, el de las mujeres y la niñez.  



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