Adviento para nuestro mundo

No sé si ustedes también se sienten como yo: dislocados. Desde marzo de 2020 cuando iniciaron los cambios, las medidas de prevención y el distanciamiento social en México yo he sentido como si nada estuviera en su lugar. En un estado perpetuo en inestabilidad y lamento; una especie de desierto pesado que aplasta toda esperanza.

Por gracia de Dios estamos aquí, de nuevo en Adviento. ¿Qué es Adviento? La palabra viene del latin: Adventus/adventi, que significa “venida”. El Adviento es la primera etapa del calendario litúrgico de algunas iglesias occidentales, entre ellas la romana, anglicana y otras denominaciones protestantes históricas. El adviento comprende las cuatro semanas previas a Navidad y es un periodo para prepararnos para la Navidad. En algunas iglesias como la metodista o luterana tienen celebraciones específicas para los domingos previos.

Ahora solamente quiero compartir un pasaje de las Escrituras que escuché en un devocional pasado usando la aplicación Pray as you go.  



Isaías 35

1Hasta los páramos y el desierto se regocijarán en aquellos días. Incluso, el desierto florecerá. 2 Sí, habrá abundancia de flores, cánticos y júbilo. Los desiertos se volverán verdes como los montes del Líbano, hermosos como los pastos del monte Carmelo y los prados de Sarón, porque allí exhibirá el Señor su gloria, se apreciará la excelencia de nuestro Dios.3 Alegra con estas noticias a todos los descorazonados, 4 alienta a los atemorizados. Diles: «Sean valientes, no teman, porque su Dios viene para destruir a sus enemigos, viene a salvarlos». 5 Y cuando él venga abrirá los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos, 6 los cojos saltarán como el ciervo y los mudos gritarán y cantarán. Entonces brotarán fuentes en los páramos y arroyos en el desierto, 7 los terrenos resecos se convertirán en estanques, con arroyos en la tierra sedienta. Donde habitaban los chacales del desierto, habrá carrizos y cañas. 8 Y un gran camino atravesará lo que fue desierto, se le llamará «Camino Santo». Ningún hombre de corazón perverso podrá andar por él. Por él andará Dios con ustedes; ni el más torpe se extraviará. 9 No habrá en él leones en acecho, ni algún otro peligro, solamente los salvados pasarán por allí. 10 Estos redimidos del Señor irán por ese camino a su hogar, a Sion, entonando cánticos de júbilo eterno. Nunca más habrá para ellos dolor ni suspiros. Allí sólo habrá felicidad y gozo.

La reciente etapa marcada por la pandemia me sensibiliza a este pasaje que me infunde de esperanza, como posiblemente lo hizo con los primeros oyentes. Sólo los profetas pueden hablar así, los profetas, los locos del barrio o de la iglesia. Esos loquitos con la fe anclada en el carácter ineludiblemente bueno de Dios, la imaginación cautiva por el Espíritu y palabras que incendian los corazones.  

Algunos venimos de un desierto emocional, andamos con un corazón árido. Las palabras de Isaías resuenan fuerte: «Sean valientes, no teman, porque su Dios viene para destruir a sus enemigos, viene a salvarlos». «Sean valientes, no teman, porque su Dios viene para destruir a sus enemigos, viene a salvarlos». 

Hay una promesa, Dios viene a salvarnos. Entonces la venida del Señor cambia el panorama, de repente los desiertos florecerán, se volverán verdes y brotarán fuentes en los páramos y arroyos en el desierto. De repente, la presencia de Dios todo lo llena vida abundante. ¿Qué sientes al leer este pasaje?

Además, hay una última promesa: andará Dios con ustedes.

Esa es lo importante de recordar el Adviento. Navidad es recordar que Dios se mudó a nuestro vecindario, se acercó a nosotros Juan, uno de los discípulos de Jesús, escribió:

Juan 1:14 

Y la Palabra se encarnó
y habitó entre nosotros;
y vimos su gloria, la que le corresponde
como Hijo único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.

Preparémonos para la Navidad, para recordar la venida de nuestro Señor, quien inaugura un nuevo Reino al que se nos invita a entrar.

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