Navidad y los universitarios cristianos

¿Qué mensaje puede traernos Dios en la Navidad, particularmente a nosotros, los evangélicos universitarios de los movimientos de la CIEE en nuestra América Latina? Efectivamente, Adviento y Navidad son etapas del año litúrgico, para toda la Iglesia. No obstante, para el mundo estudiantil, una gran mayoría experimentará vacaciones o recesos escolares en estas fechas. En nuestros ministerios posiblemente organizaremos actividades de cierres de semestre o celebraciones navideñas y después, nos olvidaremos por unos días de la agitada vida universitaria. ¿Será que para nosotros Navidad sea tan solo un sinónimo de descanso de la misión universitaria? 

Leyendo Mateo capítulo 2, desde nuestro contexto misionero singular (la universidad), encontré un desafío para meditar y responder con la vida y la totalidad de nuestros ministerios. Leamos el pasaje: 


2 Jesús nació en Belén de Judea cuando Herodes el Grande era rey de ese país. En esa época, unos sabios de un país del oriente llegaron a Jerusalén 2 y preguntaron: «¿Dónde está el niño que nació para ser el rey de los judíos? Vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarlo.» 3 El rey Herodes y todos los habitantes de Jerusalén se pusieron muy nerviosos cuando oyeron hablar de esto. 4 Entonces Herodes reunió a los sacerdotes principales y a los maestros de la Ley, y les preguntó:  —¿Dónde tiene que nacer el Mesías?  5 Ellos le dijeron:  —En Belén de Judea, porque así lo anunció el profeta cuando escribió: 

6 «Tú, Belén,

eres importante

entre los pueblos de Judá.

De ti nacerá un príncipe,

que guiará a mi pueblo Israel.»


7 Herodes mandó llamar en secreto a los sabios y averiguó cuándo había aparecido la estrella. 8 Luego les dijo: «Vayan a Belén y averigüen todo lo que puedan acerca del niño. Cuando lo encuentren, avísenme. Yo también quiero ir a adorarlo.»  9 Después de escuchar al rey, los sabios salieron hacia Belén. Delante de ellos iba la misma estrella que habían visto en su país. Finalmente, la estrella se detuvo sobre la casa donde estaba el niño.


 Centremos nuestra atención en dos grupos de personajes en esta historia: los sabios de Oriente y los sacerdotes y los maestros de la Ley. 

Procesión académica en graduación de la Mbarara University of Science and Technology en Uganda. 



Los eruditos de Oriente

Esta es la historia de los tradicionalmente llamados “reyes magos” que llevaron regalos a Jesús. Pero estos hombres no fueron ni reyes ni magos, ni mucho menos tres. El término usado para describirlos es magoi, por lo que se supone que estos hombres eran más bien astrólogos, es decir, hombres de la sabiduría de su época. Eugene Peterson, en su traducción al inglés de la Biblia The Message, tradujo magoi como “scholars”, un término universitario para referirse a los profesores expertos en determinada área: un erudito. De esto también pareciera recoger algo Tim Adams, Secretario General de IFEs, en su mensaje navideño de 2023, cuando se refirió a los sabios como “científicos”. De tal manera que, nos encontramos ante un grupo de personajes perteneciente a los grupos educados de su época. Y estos eruditos se encontraban en medio de un proyecto, tienen una pregunta de investigación, objetivos y una hipótesis. 

v. 2 «¿Dónde está el niño que nació para ser el rey de los judíos? Vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarlo.» 

Muchos comentaristas concuerdan que estos sabios procedían de Mesopotamia, donde siglos antes Dios envió al exilio a Judá. Y el viaje de esos eruditos en busca del rey de los judios, se deba a cierta influencia judía aún vigente en la época (recordemos que no todos los judíos regresaron del exilio).   

Estos eruditos realizaron un largo viaje no exento de las complicaciones y peligros de la época. Su empresa no fue exclusivamente intelectual, ellos venían con un compromiso: adorar al nuevo rey. Por lo tanto, se dirigieron al lugar más lógico para encontrar al nuevo rey: el palacio. Lamentablemente se encontraron con el cruel Herodes. 


Los sacerdotes y los maestros de la Ley

El otro grupo de personajes en la historia son los sacerdotes y maestros de la Ley. Otro grupo de personas altamente educadas. Estas personas, no sabemos si fueron parte del Sanedrín o no, eran expertos en la interpretación de la Ley y en la enseñanza de la misma. Judíos todos ellos, pareciera que su espera del “rey de los judíos” es pasiva. A ellos los vemos sin iniciativa e indiferentes a la estrella, contrario a los eruditos de Oriente. Una diferencia más entre estos dos grupos son sus fuentes de información. Los sacerdotes y escribas tomaron la pregunta que Herodes les lanzó:  —¿Dónde tiene que nacer el Mesías?, y acudieron a los archivos meticulosamente hasta encontrar la respuesta. Fin. 



La estrella, el encuentro del niño y el asesinato 

El final de esta narración lo conocemos. Los sacerdotes y maestros de la Ley encuentran la respuesta: 5 Ellos le dijeron:  —En Belén de Judea, porque así lo anunció el profeta.

Así que Herodes comunicó la respuesta a los eruditos, quienes se fueron. Como sabemos, Herodes les pidió regresar para informarle: «Vayan a Belén y averigüen todo lo que puedan acerca del niño. Cuando lo encuentren, avísenme. Yo también quiero ir a adorarlo.» Ni Herodes ni los sacerdotes o maestros de la Ley hicieron camino a Belén. Solo los extranjeros. 

Mateo dice que cuando los sabios vieron a la estrella detenerse en la casa donde estaba el niño ellos se pusieron muy contentos: Finalmente, la estrella se detuvo sobre la casa donde estaba el niño. 10 ¡Qué felices se pusieron los sabios al ver la estrella! 11 Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y se arrodillaron para adorarlo. Abrieron los cofres que llevaban y le regalaron al niño oro, incienso y mirra.

Los eruditos adoraron al niño y entregaron sus presentes. Pero no regresaron con Herodes para dar más información. Regresaron a su país por un camino distinto. Por medio de sueños, Dios advirtió a José, esposo de María, para que escaparan todos a Egipto porque la vida del niño Jesús corría peligro. Herodes, al sentirse burlado, ordenó la matanza de todos los niños menores de dos años de Belén.  


¿Qué mensaje puede traernos Dios en la Navidad, particularmente a nosotros, los evangélicos universitarios de los movimientos de la CIEE en nuestra América Latina? Leyendo esta narración del Evangelio desde el contexto de la misión universitaria me surgen preguntas. ¿A cuál grupo de sabios pertenecemos? ¿En dónde se ubican nuestros grupos pequeños en la universidad? ¿Se parecen a los sabios de oriente? Atentos a los signos de los tiempos, dispuestos al sacrificio por seguir la estrella, comprometidos en la búsqueda de la verdad (entendiéndola como la persona misma de Jesús “Yo soy la verdad y la vida” y no como concepto),  dispuestos a ofrecer sus regalos y arrodillarse para adorar al niño. O se parecen más bien a los sacerdotes y maestros de la Ley. Grupo acomodado al privilegio, serviles al poder político (por convicción o temor), poseedores de la “sana doctrina”, excelentes exegetas pero que no entienden lo que leen. Ellos se quedaron con su fama e influencia en Jerusalén. No solo eso, indirectamente se convirtieron en cómplices del asesinato de niños y niñas. 

No es suficiente poseer las Escrituras o interpretarlas correctamente (lo cual es deseable), si esa lectura no nos lleva a Jesús, adorarle y a seguirlo en su misión. En este Adviento y Navidad meditemos particularmente en este pasaje, en los desafíos para la misión en nuestros propios contextos universitarios. Nuestros líderes estudiantiles y los grupos deberían estar atentos a buscar a Jesús en su campus e invitar a otros a a adorarle. Como lo sugiere Vinoth Ramachandra:

“No llevamos a Cristo a la universidad; él es el que va delante de nosotros y nos lleva ahí. Está presente, aunque no esté reconocido, en el laboratorio de bioquímica, la clase de música, el centro de radio-astronomía, los debates del sindicato estudiantil acerca del calentamiento global o de la financiación, y todas las conversaciones que conforman la vida universitaria en su conjunto. Hemos sido llamados a discernir su presencia y actividad y articularla con valentía y sabiduría.”

Sino emprendemos el camino a Belén, a postrarnos ante el Mesías, corremos el riesgo de convertirnos en una presencia “institucional”, bien capacitada bíblicamente, pero sin iniciativa, bajo la sombra del poder de la ideología moralista de la época y cómplice de la violencia en la universidad y la sociedad en general. 


Dios nos da el valor y discernimiento para ser testimonio vivo de Jesús, por medio del Espíritu, para compartir el Evangelio a esta generación. A pesar de los desafíos del contexto.


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