Sobre el ateísmo en la Biblia

Hace unos días los titulares de varios periódicos daban la noticia de que Francisco “dijo”, “insinuó” o “sugirió” que “es mejor ser ateo que un católico hipócrita”. Algunos bien intencionados ateos tal vez celebraron la declaración y probablemente algunos fieles cristianos (católicos y evangélicos principalmente) se  quedaron perplejos. Y tal vez algunos conservadores evangélicos dispensacionalistas “corroboraron que el Papa es el Anticristo”.

No es mi intención defender a Francisco, pues considero que los hechos fueron diferentes a como los presentaron los periódicos. Ejemplo: cinco periódicos distintos: RT noticias en español, El Universal, Excélsior, Univisión y El País.

Periódico         Encabezado de la nota                         
1. RT noticias: El papa Francisco insinúa que "es mejor ser ateo que un católico hipócrita"
2. El Universal: “Es mejor ser ateo que un católico hipócrita”, asegura el Papa
3. Excélsior: “Mejor ser ateo que un católico hipócrita”: Papa Francisco
4. Univisión: El Papa sugiere que es mejor se ateo que un católico hipócrita

5. El País: El Papa denuncia la doble vida de algunos católicos 

Quien haya leído las noticias encontrará que casi todas citan las mismas palabras de Francisco. Una de esas  frases, Francisco dijo: “Cuantas veces hemos oído todos decir “si esa persona es católica, mejor ser ateo”. Básicamente leemos que, en opinión del Papa, para algunas personas el catolicismo no  resulta atractivo a causa de la doble moral de ciertas personas que se asumen como católicas. Son las personas que ven la doble moral de algunos católicos, quienes, según Francisco, prefieren ser “ateas”, en lugar de católicas.

Regresando al asunto de los periódicos. Cuatro de cinto periódicos mencionados arriba pusieron en boca de Francisco el “mejor ser ateo”. El periódico que más se apegó en su titular al contenido de la noticia fue El País de España. En fin, no podemos negar que un titular como el que aparece en los otros cuatro resulta más atractivo para leer mientras se naufraga por las redes sociales.

Sin embargo, ya encarrilado en el tema propongo una reflexión para quien desee seguir leyendo.
Una reflexión

Es interesante notar que en la Biblia no se hace mención de los “ateos” en los términos que significan para nosotros, esto es: la negación de Dios. Esta postura mayormente nos llega de la Ilustración y el auge de las ciencias modernas. Parece ser que la única ocasión en la Biblia donde aparece la palabra “ateo” es en Nuevo Testamento, específicamente en la carta de Pablo a los efesios, capítulo 2 y verso 12: 

“recuerden que en ese tiempo ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía (comunidad) de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza y sin Dios (ateos) en el mundo.”

Recordemos que la palabra “ateo” proviene del griego ἄθεος, compuesta del prefijo ἀ- ("no") y θεός ("dios"), que literalmente significa: “sin dios”. De tal forma que el “ateo”, etimológicamente, podría definirse más como una persona sin fe en dios (aunque no esté necesariamente implícita la duda de su existencia). No como una persona que niega la existencia de Dios. No obstante, en la actualidad “ateísmo” se identifica más con la segunda acepción: la negación explícita de la existencia de Dios.

En esta publicación no pretendo hacer una defensa de Dios planteando argumentos apologéticos al estilo de la vieja guardia. Sin embargo quiero explorar brevemente cómo el ateísmo tal como lo entendemos generalmente hoy, producto de la Ilustración y el auge de las ciencias modernas,  no aparece en la Biblia, ni en la Antigüedad, y cómo es que, a pesar de que muchas personas se asuman como ateos, se sigue rindiendo culto a algo o a alguien.

Como mencioné anteriormente, en la Biblia sólo aparece una vez la palabra “ateo” y hace referencia al “estar sin Dios”, no a dudar de la existencia de Dios. (No Adrián Romero, Jesús no se declaró ateo en la cruz). Tengo la sospecha que solamente en una sociedad sustentada en los viejos cimientos cristianos se puede expresar el ateísmo sin sufrir consecuencias como en la Antigüedad. Recordemos que tanto en Grecia o Roma, el tema de la religión y los dioses era tema también político. Declararse “ateo” en Grecia equivalía a una declaración política contra el dios o la diosa de la polis, y acarreaba consecuencias penales. Algunos filósofos hicieron declaraciones “ateas” al cuestionar la naturaleza de los dioses, o para burlarse de las prácticas religiosas de su tiempo. Incluso nombrar “ateo” a una persona era una especie de acusación. Recordemos a Sócrates, a quien le acusaron de “corromper a la juventud y no creer en los dioses de la polis”. El filósofo fue condenado a morir bebiendo la cicuta.  

La negación de la existencia de Dios tal vez es cosa de la modernidad porque encontró en la ciencia y el progreso de la razón humana el sustituto perfecto. Desde la Ilustración algunos europeos celebraban la independencia de Dios y las explicaciones desde la fe para comprender el mundo. Con el auge de las ciencias naturales y la razón, el método científico permitía al hombre entender el universo y sus leyes. Recordemos  como Laplace respondió a Napoleón, cuando el emperador de los franceses le cuestionó por qué no mencionaba a Dios en su trabajo sobre la mecánica celeste: “Señor, no necesito esa hipótesis".

Desde entonces la ciencia y la religión parece que se han metido a un debate épico. Los unos para “demostrar” la existencia de Dios en términos científicos o razonables. Los otros para terminar de sepultar a dios con los avances y descubrimientos científicos que “explican” el universo y la vida científicamente. No pretendo resucitar ese viejo debate. Cada vez espero que termine de pasar.

¿Qué pasa con la Biblia? En toda la Biblia no hay un lugar donde se cuestione la existencia de Dios. Se da por sentado que él es Creador, e intervino en la historia para hacer un pacto con un pequeño pueblo, como parte de su proceso de revelación y redención cósmica que culminó en Jesucristo. Las primeras palabras de la Biblia son: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra…”. Los autores no compartían una cosmovisión moderna poniendo en duda la existencia del Creador. No trataron de explicar el universo científicamente. El Génesis no debe ser leído como un tratado científico, ni siquiera por cristianos.

Sin embargo, en las Escrituras si encontramos, particularmente en el Antiguo Testamento, algunas inquietudes sobre Dios, pero que no podríamos llamar ateas, en el concepto moderno del término que niega la existencia de Dios. Así el Salmo 14 dice:

Piensan los insensatos: “No hay Dios”.
Son perversos, su conducta es detestable,
no hay quien haga el bien.
El Señor desde los cielos contempla a los humanos
para ver si hay algún sensato que busque a Dios.
Pero todos se han pervertido,
se han corrompido sin excepción;
no hay quien haga el bien, ni uno solo.

 Y el Salmo 53
El insensato piensa: “No hay Dios”.
Son perversos, su conducta es detestable.
No hay quien haga el bien.
Dios desde los cielos contempla a los humanos

Completemos este panorama con otros textos más como Job y Eclesiastés. En el primero de estos libros, el justo Job cuestiona la acción de Dios, su aparente castigo no tiene correlación con pecados cometidos. ¿Por qué Dios hace esto? Job desea presentar su queja a Dios, de quien a pesar de su circunstancia,  no duda su existencia. El autor de Eclesiastés, por su parte, pone énfasis en los absurdos de la vida, su pesimismo es tal que incluso sorprende. Pero no se queda ahí, hay algo diferente, el sin sentido adquiere un tono distinto cuando introduce a Dios: “Lo mejor que puede hacer el hombre es comer y beber, y disfrutar del fruto de su trabajo, pues he encontrado que también esto viene de parte de Dios”.

Con estos textos sobre el escritorio, arrebatadamente cabría la aclaración de que en el Antiguo Testamento no hay un germen de ateísmo en cuanto a negación de Dios. No obstante, sí hay una duda sobre si Dios está actuando en la historia. Considero que los autores del Antiguo Testamento tienen esa preocupación en mente. El autor de los salmos opina que los “insensatos”  no niegan a Dios, sino niegan que él vaya a hacer algo, por lo tanto, se sienten en libertad de cometer maldades sin temor a recibir un castigo de parte de Dios. Mientras tanto, Job considera que Dios no está actuando bien con relación a él y a su condición justa.

Nuestro contexto es diferente, sin embargo, ¿Cabría la posibilidad de que alguien fuera realmente ateo? Hablando como quien niega la existencia de Dios, sí. Hablando como quien no cree en Dios, sí. ¿Contra qué dios se está reaccionando así? Por ahora creo que el dios que cultiva más ateos es el Dios de la fe cristiana. No estoy queriendo decir hay más de un dios, sino simplemente que es ante el Dios de la fe cristiana: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, que las personas reaccionan declarándose ateas por diferentes circunstancias. ¿Por qué? Es una buena pregunta. No estoy completamente seguro, pero tal vez tiene que ver por las implicaciones éticas de adorar a este Dios.


Sin embargo, ¿Es posible que las personas que se asumen como ateas no adoren a alguien o a algo? Me temo que no. A pesar de que la secularización proponía el repliegue de lo religioso, hoy podemos reconocer que el mundo sigue siendo igual de religioso que antes. Si bien la búsqueda de espiritualidad ahora encuentra diversas opciones en el mercado, vemos que las personas siguen adorando a alguien o algo. Incluso quienes niegan que existe un Dios.

Hay un resurgimiento de religiones nativas o autóctona. En Islandia se planea construir un templo en honor a los dioses nórdicos como Thor u Odín. En México y América Latina hay innumerables asociaciones que retoman danzas y fiestas de las religiones prehispánicas. Incluso en Estados Unidos seguidores del satanismo develaron una escultura en Detroit y abrieron un templo nuevo en Salem. Todo esto sin mencionar aquellas personas que no le ponen nombre a su dios, pero que la ciencia todopoderosa o el progreso humano ocupan el lugar de una divinidad. Todos adoramos. Incluso al dinero.

Los ateos podrán vivir negando la existencia de Dios, pero no podrán de dejar de adorar. El problema real es qué o a quién adoramos. A qué cosa o qué persona le estamos dejando ser señor de nuestra vida. De ahí surgen más preguntas, algunas de ellas podrían ser: Cómo es esa divinidad, cuál es su carácter o cómo se relaciona con los seres humanos. O en todo caso, ¿Cómo concibo el mundo, mi vida y las relaciones con las demás personas y la naturaleza, si la búsqueda del dinero, el prestigio o el poder son el dios que he decido adorar?

El Dios revelado en las Escrituras y por Jesús pone el amor a Dios y el amor al prójimo como el mandamiento más importante. Cuando este Dios no es el centro de nuestra adoración lo está siendo otra cosa. El debate de una ética sin Dios que la sustente sigue vigente. Entonces, tratando de terminar siendo controversial,  no hablemos de “ateos”, sino de “idólatras”. 

Comentarios

  1. Básicamente como lo explicó Pablo en Romanos 1, que el asunto no es sobre adorar o no sino sobre reconocer a Dios como dios y darle gracias o no adorarlo ni darle gracias (v.21). Acto seguido de optar por lo segundo fue quedar en oscuridad y confusión (v.21-22), y empezar a adorar a otras cosas naturales como a dioses (v.23), pero realmente el resultado fue hacer ídolos de nuestras pasiones o deseos del corazón (v.24). Deseos que Dios creó para estar orientados a cosas naturales, pero que finalmente debían reorientar al corazón a desear a Dios y a darle gracias como Dador (v.25). Bajo esas condiciones, nadie puede pasar de "ateo" o "irreligioso" mientras que es devoto adorador de sus propios deseos.

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