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Mostrando entradas de diciembre, 2009

La canción más hermosa del mundo, Joaquin Sabina

Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda, medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda, una hispano olivetti con caries, un tren con retraso, un carné del Atleti, una cara de culo de vaso, un colegio de pago, un compás, una mesa camilla, una nuez, o bocado de Adán, menos una costilla, una bici diabética, un cúmulo, un cirro, una strato, un camello del rey Baltasar, una gata sin gato, mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy, las damas primero, mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros, mi Tintín, mi yo-yo, mi azulete, mi siete de copas, el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa. Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera, una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera, no sabía que la primavera duraba un segundo, yo quería escribir la canción más hermosa del mundo. Les presento a mi abuelo bastardo, a mi esposa soltera, al padrino que me apadrinó en la legión extranjera, a mi hermano gemelo, patrón de la merca ambulante, a Simbad el marino que tuvo...

Pensando en mujeres...

Ahora que las pienso a razón de las letas de una canción y dos libros que estoy comeindo, me doy cuenta que mi caminar con Jesús ha sido impactado de mayor manera por mujeres, un lindo detalle que no había considerado. El tema me provocó una serie de: lluvias de recuerdos-comentarios que he hecho en el pasado ( y por los que me he arrependido) y otros que escuché de "hermanos" (incluso desde el púlpito) sobre "las hermanas". Me gustaría dejar en claro, antes de continuar, que mis ideas están ubicadas en un lugar social especifico en el cual reconozco la preencia de dos mujeres muy cercanas a mí que han influenciado en gran medida mi pensamiento, una de ellas mi mejor amiga y la otra también. Sobre el tema soy consciente que, lejos de poder hacer una erudita contribución, sea desde las ciencias sociales, la historia o la teología, llegué a él por el camino de los encuentros que despiertan recuerdos y proyectan perspectia de futuro, por lo tanto, con más libertad,...

Amiga, de Luis Enrique Ascoy

Vaya, escúchen lo que me encontré por ahí!!!....

Sobre testimonios, testirollos y tristemonios

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Algunas cosas simplemente hay que decirlas, pero más allá de la máxima de “la forma del contenido”, o como dices las cosas, hay un escalón más alto y de igual importancia que bien podríamos sintetizar en una frase útil como esta: “el para qué del contenido”. Nuestras palabras son importantes, el poder de la vida y la muerte está en nuestra lengua, de tal forma que conviene ser prudente en el uso de tal instrumento. De ahí que no se haya equivocado el sabio árabe que dijo: “Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio : no lo digas”. En verdad tiene razón. Sin embargo, esta pequeña frase llena de verdad pudiera ser un pretexto para el hijo de Dios guarde silencio ante la realidad y que desea llevar una vida cómoda con el mundo, apartado de los problemas de la sociedad. Pero por otra parte hay un Señor al que pertenecemos que nos exhorta a levantar la voz por el oprimido y buscar justicia. Estas aparentes tensiones vuelven deliciosa la convivencia con el Creador y la comunidad...

Me gusta y qué

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Nadie escapa a su ciudad, cuando yo recorro en la que vivo encuentro un acto de realidad en cada esquina, las historias brincan en las banquetas para que las vean. La ciudad es un espacio de relación entre los que la habitan, aunque solamente nos demos cuenta de eso cuando alguien se equivocó y nos hace retardarnos cinco minutos… me gusta habitar Tijuana…

Vida en su hablar

El que escribe sabe que, lejos de ser el mejor escritor del mundo, es un pescador de letras, por lo tanto aguarda y cultiva paciencia, casi nunca se pesca a la primera. ¿Lo haz intentado? Salir a la playa, mojar tus pies en el frío mar, undirte suavemente en la arena, poner tu esperanza en la punta del anzuelo, adentrarte al mar, sentir la fuerza de las olas golpeando tu pecho, burlar algunas de ellas y lanzar con fuerzas el metal curvado con la plomada en la punta, verlo volar y caer de prisa para bucear en el profundo mar buscándo un rico pez que tenga ganas de pasear. El que escribe piensa, con determinada certeza, en la existencia de un yo-otro que lo leerá, por lo tanto se preocupa por inventar un lenguaje que ambos puedan decifrar. Pero se haya en la tremenda dificultad de hacerlo a la primera. Por eso buscó en su mochila de viajero, en la caja de recuerdos que guarda en el primer cajón de su armario, en las postales de la pared, en la pintura que le obsequiaron...