"La adoración no es algo que se experimenta sino que es algo que hacemos..."
Aunque provengo de una familia cristiana con trasfondo pentecostés, no soy el ejemplo más adecuado para un cristiano efusivo en las reuniones. Disculpen ministros de alabanza si no grito, levanto mis manos, salto o danzo cuando me lo piden desde la plataforma, muchas veces no “siento” necesidad de hacerlo y muchas otras, la gran mayoría, aunque dicen que es la forma de adorar, les desobedezco conscientemente y sin remordimiento. Perdón por no seguirles la corriente. Sin embargo, procuro reconocer que tengo un cuerpo y que adoro con él, extendiendo mi mano, inclinar la cabeza, eso lo aprendí en los libros de maestros como Henri Nouwen y Michel de Certeau. En fin. El problema no es seguir la corriente, sino que los otros suponen que al no hacerlo no participo en la adoración, que al no gritar, saltar o llorar no adoro, o por lo menos no fervientemente. Sí experimento sentimientos al compartir con todos estos momentos de música pero pienso que son, la mayoría de las vece...