La paternidad en las rodillas
Los últimos castigos a mis rodillas habían sido los kilos de peso extra acumulados hasta que llegaron ellas. Las carreras y bicicleta con Erandi y los minutos arrodillado en la cuna, ayudando a Ayari a retomar el sueño, han dejado sobre mis articulaciones raspones y moretones que no veían desde la infancia, mi infancia. Recuerdo una vez, cuando corría de regreso a casa, mi Shasta (mi perra) cruzó frente a mí y me puso a dar vueltas hasta terminar empolvado en el suelo. Aquellas heridas se infectaron al tiempo y producieron pus. Hasta el día de hoy puedo reconocer sus cicatrices. Los últimos dos meses han sido de caídas consecutivas en la cotidianidad del juego con mis hijas. Y mis rodillas lo saben. Todo comenzó con una agujetas atorada en el pedal de la bicicleta y una épica caída. El resultado: tibia y rodilla izquierda afectados. Semanas después, corriendo en la calle, nuestra Shasta (nuestra mascota) se cansó del trote y de alguna manera se atravesó en mis pasos. C...