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Mostrando entradas de mayo, 2013

Reunidos por el Dios de la Palabra

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Pedro acostumbara decir: "No tengo amigos", finales de 2005 o principios de 2006, al corto tiempo, cuando los tres sabiamos que "ya eramos amigos o que al menos sí queriamos serlo", Ale y yo volvimos a preguntarle y esa ocasión contestó que "Eramos sus amigos subsidiados por la Universidad", ya era un avance.  Alejandra, Pedro y yo nos conocimos cuando iniciamos la universidad, esa carrera de historia que si bien no nos a cumplido con todo lo que promete, sí fue una oportunidad dada por Dios -quiero creerlo ya que cosa tan buena no puede provenir sino de Él- para conocernos. Esto ocurrió tal vez por oblicación, ya que estabamos en el mismo salón de clases; por conveniencia, pues los tres hicimos un excelente equipo de trabajo; o por irlo deciendiendo, para darnos el beneficio de la duda y respetar así la elección de cada uno.  Al paso de los años y por seguir frecuentándonos creo que es por mucho más que eso y que pocas veces se pu...

Se llama amor

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Ante ti Señor, no hay engaño conoces muy bien mi corazón. Persistes en tu intento de encontrarme en mi desolación. Tus ojos me observan Se llama amor. Permaneces cerca, yo no lo puedo comprender. Invitas y sirves la mesa, lavas mis manos y mis pies. Ante mi sorpresa no digo nada Has cautivado todo mi ser. Tu gracia me abraza Cubre el frio tu perdón, no entiendo nada, se llama amor. 

NUESTRA FE, DANIEL SALINAS

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Recuerdo que una de las razones principales por las que las clases de matemáticas en la escuela no me gustaban, o al menos me eran indiferentes, era porque nunca lograba relacionarlas con la vida cotidiana, mi vida. Sabía, o al menos había creído lo que los y las profesoras decían : “las matemáticas son básicas, indispensables y sumamente necesarias para vivir”. Sumar, restar, multiplicar, sacar porcentaje era tan importante a la hora de comprar como respirar a la hora de nadar. Ahora no dudo de su vitalidad, sin embargo pienso que, de haber tenido profesores dispuesto a enseñarnos a relacionar la teoría con la realidad, probablemente yo ha brí a sido distinto. Probablemente sería ingeniero en lugar de historiador. En el último semestre de preparatoria por fin un profesor explicó la relevancia útil de la materia de cálculo, descubrió los números detrás de la vida y no se cansó de repetir que “aprender esto ayudaría a leer aquello, por lo tanto sabríamos cómo reaccionar”. Es decir...