No hay paro...
Tener la certeza de que nada podrá hacernos dudar de lo que hemos creído (Jesús) a pesar de lo ingeniosas, agresivas, ridículas, elaboradas, complejas y desafiantes que pudieran ser las preguntas y cuestionamientos que se nos hagan no nos exime de explicar y contextualizar nuestra fe. Sólo así Jesús podrá tener sentido para el ingenioso lector en búsqueda de la experiencia(s) de la verdad –o certezas-; para la persona despojada, abusada, dolida y sin esperanza que vive defraudada, que responde con agresividad; para el orgulloso que ridiculiza a Jesús o los cristianos; para el intelectual que necesita evidencias coherentes; para el buscador honesto que no entiende y pregunta.