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Mostrando entradas de noviembre, 2009

Ayer se acabaron...

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...mis días de estudinate en la UABC. La tan predicaba interdisciplinaridad me alcanzó en mi última hora del último semestre de clases como estudiante de licenciatura, sentado en frente a una Mac guardando clips de video para un documental llamado TIJUANA INDÍGENA. Salí, de la ahora Facultad de Humanidades, solo, envuelto en una atomósfera mística, escuchando el sonido de mis pasos en el vacío y la música a lo lejos que provenía de la banda contratada por los que hasta ayer fueron mis vecinos en la Facultad de Administración y Contaduría y el mariachi de los vecinos de Turismo y Mercadotecnia. No hubo amigos de quienes despedirse, ni profesores a quienes saludar, fue un recuerdo de la primera experiencia en la universidad, como el primer día en el que s olo llegué sin estar muy seguro de qué encontrar y solo me fui no muy seguro de lo que iba a hacer pero contento por iniciarlo; en esta ocasión me fui solo no muy seguro de qué hacer con lo que encontré, contento por lo que hice y aún f

Son 49...

Felicidades papá! Ayer alcanzaste a tocar con los diez dedos de tus dos manos cuarenta y nueve años! Y siempre estás aquí, papá, tapicero de manos ágiles, que haz sabido aterciopelar y cuidar, amigo. Vamos por los que nos quedan, Te quiero.

Llegó el otoño

El Otoño es un jínete que recorre el jardín levantando polvo y las hojas secas de los árboles; el Otoño lo descubro al saberme los labios resecos, partidos. El Otoño juega a ser mensajero y llevar noticias, de que la Navidad pronto llegará, que mi cumplaños ya paso. Hay con el Otoño, porque me hace alegrarme por el calor que ya se fue, emocionarme con el frío que viene. No sé, tal vez, el Otoño me cae bien porque al verlo sé que pronto estarás aquí y sentiré tu nariz fría tocando mis mejillas cuando nos encontramos.

Conversaciones con una mujer maltratada llamada Tijuana

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Niña de risa discreta y ojos tristes, No llores, Siéntate a mi lado para contarte tus primeros días, Aquellos que todavía conservo en mis memorias, Y tú olvidaste en la juventud. Días de paz y gozo fueron aquellos Cuando Dios abrió los cielos y descendió, Te parió con amor, Como madre a su primogénito, Cubrió tu cuerpo desnudo con neblina matutina Y posó tu cabeza sobre tu pecho, Llenóte el rostro de besos Y sus labios húmedos fueron cual brisa de marina, A tu frente y doradas mejillas de estepa. Trazó con sus dedos, Cual niño juega en el barro, El cauce de un río, Juntó la tierra entre sus manos y levantó el Colorado, Por qué dices: “El Señor me ha olvidado”, Si cada atardecer él está a tu lado, Te busca desde lejos como enamorado. Yo creo que tú le has rechazado, Como joven deslumbrada por los placeres Huiste de casa, Abriste tu puerta al extraño, Vendiste tu cuerpo a cambio de dinero, Desperdiciaste la inocencia del

Envuelto por vos

Entretenido entre letras y con palabras, alentado en las palabras, con la Palabra que es acción y desde el principio, el Logos hecho carne. Hablas y escucho, mi oído se deleita en tu instrucción y mi alma encuentra paz con tu correción, porque desaría la vida, resignifica la cotidianidad, lo mismo das esperanza con tu voz que insertidumbre con tu silencio. Entre poetas de versos secos y cantados, con la melodía de la guitarra o el suave peculiar sonido de su voz, entre un Sabines acompañado de un Drexler, comiendo con un señor Guerra y bebiendo una copa con Serrat o Delgadillo, iniciando una de esas buenas conversaciones con Pacheco o Mistral, así paso este día frente al mar, sentado sin nada en mi mente que no seas tú. Esperando puntual tu cita, tu abrazo, tu caricia, tu promesa de volvernos a encontrar en un lugar extraño y cotidiano. El día transcurre entre la experiencia hecha poesía, con la sensibilidad a flor de piel, con la canción que hace llorar, con las noticias que dejan ese

El peatón, de Jaime Sabines

Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta. O un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta. Le llega la noticia a Jaime y éste se alegra: ¡qué maravilla! ¡Soy un poeta! ¡Soy un poeta importante! ¡Soy un gran poeta! Convencido, sale a la calle, o llega a la casa, convencido. Pero en la calle nadie, y en la casa menos: nadie se da cuenta de que es un poeta. ¿Por qué los poetas no tienen una estrella en la frente, o un resplandor visible, o un rayo que les salga de las orejas? ¡Dios mío!, dice Jaime. Tengo que ser papá o marido, o trabajar en la fábrica como otro cualquiera, o andar, como cualquiera, de peatón. ¡Eso es!, dice Jaime. No soy un poeta: soy un peatón. Y esta vez se queda echado en la cama con una alegría dulce y tranquila.

Al florecito!

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Nos alegramos al saber de tí, de la felicidad en las miradas de tus padres, de la vida que hay en ti. Y ahora creces entre mimos y cariños, Pero tú, como en un plácido sueño nos haces esperar para verte.

A una chica

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A la mujer que aún no conozco o reconozco, a la que algún día me he de encontrar. Sabes, no me intriga saber quién eres, sino las múltiples decisiones tomadas que nos han de acercar. ¿Qué haces ahora mujer? Lees, cantas, bailas, te peinas antes de dormir, o sales a la calle a caminar. ¿Me has visto? ¿Te he visto? ¿Nos hemos visto? ¿Y si no cuándo? ¿Y si sí por qué no nos reconocemos? Mujer, mis “te amo” los quiero demostrar con mis acciones, que vayan más allá de gestos de caballerosidad, no serán simples versos en tus cuadernos faciles de olvidar. Mi mirada de ti a diario se ha de enamorar, al caminar a tu lado, en las luchas conjuntas, con los dolores del cansancio, al momento de sentarse a partir el pan, y juntos compartirlo, darlo, dejarlo. El Señor a quién servimos nos sabrá llevar, será desde hoy el centro de nuestra relación, nos dará Su amor y con ese amor aprenderemos a amar. ¿Qué haces ahora mujer? Duermes, trabajas, sales a pasear, o te sientas a descansar. ¿Me pregunto qu

Crónica de un congreso anunciado...

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...o de cómo el Pato y yo nos pusimos a llorar cuando platicábamos en un café en Ciudad Juárez mientras desayunábamos un chocolate y un tamal mientras le pagamos a un conjunto norteño para que atrás de nosotros tocara Paso del Norte. Estoy a punto de salir de Ciudad Juárez, es domingo 1 de noviembre, después de seis días de vivir en una ciudad orgullosa de su historia, que se siente protagónica en la historia de México pero que vive en resistencia constante contra el miedo y la ingobernabilidad. Es mi segunda estancia en estas tierras, que para mi sorpresa me recibió con nieve en los cerros de los a lrededores y El Paso. En un día más estaré en casa, en Tijuana, es evidente los muchos paralelismos que estas dos ciudades pueden tener, suelen ser más que las diferencias. Como la primera vez que visité esta ciudad fronteriza fue para un evento académico de historia en esta segunda ocasión el pretexto fue el mismo. Mis compañeros y yo asistimos al XII Congreso Int

Tratando de regresar...

Y es que es fácil, o relativamente facil irse, quién puede decir lo contrario? Sin embargo los retornos se vuelven complejos, a caso alguien es el mismo al momento de regresar? Por supuesto que no. Entre los tiempos por los que pasamos hay recuerdo de los olores de las calles que caminamos y hacen todavía eco en mi mente las conversaciones sostenidas. Y nadie guarda silencio para poder escribir. Tal vez siempre es bueno darse un silencio al regreso, para pensar la ausencia, reflexionar mis pasos y después escribir, compartir, unir, darle sentido. El gesto de dar sentido al pasado se ha convertido en una "maña" aprendida, o en términos mucho más académicos (que no siempre son los mejores), en una operación historiográfica. Ahora escribo como para resucitar mis dedos del frío que los congeló casi una semana en Ciudad Juárez. Como siempre, escribimos pensando en alguien específico y suponiendo algún lector,esta ocasión no es distinta. Gracias Dios la oportunidad de salir y regre